Opinión De lectores, coleccionistas y ciudadanos 5 minuto leer Comentarios desactivados en De lectores, coleccionistas y ciudadanos 0 Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir en Google+ Compartir en Reddit Compartir en Pinterest Compartir en Linkedin Compartir en Tumblr A veces llegamos a un libro sin buscarlo (críticas, vidrieras, azar…), y otras, con toda intención, porque un lector que valoramos, un amigo, por ejemplo, nos lo recomienda. En esa forma de circulación de la literatura se abrazan el placer de leer y la afectividad; la relación entre vida y literatura adquiere textura y elocuencia concretas. El non plus ultra de ese cruce son las ocasiones en las que salís de pesca literaria con un amigo. La historia cultural que han contado dos estudiosos como Juan Manuel Bonet, autor del Diccionario de las vanguardias en España (1907-1936), y Andrés Trapiello (Las armas y las letras, entre otros) debe mucho a los libros de segunda mano que fueron encontrando en mercados de pulgas y librerías de viejo de todo el mundo, sobre todo en el Rastro madrileño, acerca del cual Trapiello escribió un libro que dedicó a Bonet, con quien lo visita desde hace más de 40 años. «Nosotros buscábamos lo descartado, lo que nadie quería: la literatura española que se dejaba de lado entonces porque se la entendía de derechas», precisa Trapiello, en cuya biblioteca hay primeras ediciones de obras de Pío Baroja, Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado. Bibliófilos activos, Bonet y Trapiello compartieron experiencias sobre sus andanzas de coleccionistas en un diálogo en la Biblioteca Nacional de España, en el marco del 15º Festival Eñe, que este año estrena la dirección artística de Jesús Ruiz Mantilla y una impronta que estrecha lazos con América Latina. ¿Te acuerdas de Lisboa, donde encontramos parte de la biblioteca de Ramón Gómez de la Serna?», puede preguntar Bonet a su amigo y empezar a desovillar historias. Para América, el erudito, que ha dirigido el Museo Reina Sofía y el Instituto Cervantes, guarda la emoción del origen: «El primer libro de mi colección fue un ejemplar de Fervor de Buenos Aires, que encontré en Galicia«, contó aquel día. Esos poemas de Borges inauguraron su interés por el ultraísmo, al que con los años le dedicaría una antología. Leer es un verbo intenso que entrena para la vida. Supone concentrarse en el sentido, desentrañarlo con espíritu crítico. Leemos libros, pero también rostros, épocas, sociedades. Leemos entrelíneas o las pasamos por alto y, entonces, leemos mal, caemos en la obviedad o el facilismo. Esto aplica a los libros, pero también a la política. Los resultados de las elecciones de ayer merecen análisis y relecturas que no divorcien causas de efectos, casi un deporte nacional. Formar lectores es invertir en ciudadanía. Link de la Fuente Comparte esto:Haz clic para compartir en Twitter (Se abre en una ventana nueva)Haz clic para compartir en Facebook (Se abre en una ventana nueva) Relacionado