Opinión Efecto mariposa de movimientos en las tasas de política 11 minuto leer Comentarios desactivados en Efecto mariposa de movimientos en las tasas de política 0 Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir en Google+ Compartir en Reddit Compartir en Pinterest Compartir en Linkedin Compartir en Tumblr Según Ámbito “un alto cargo del banco central japonés salió al cruce de la incertidumbre e intervino para calmar los mercados, asegurando que no aumentará las tasas de interés en tiempos de inestabilidad financiera”, ¿Por qué una pequeña suba en la tasa de interés de política monetaria provoca un temporal financiero? La interdependencia es el elemento clave de la Arquitectura Financiera Internacional (AFI) para entender lo que ocurre hoy en los mercados financieros globales. Lo que ocurre en la economía o las decisiones de política económica de un país central repercute inmediatamente en el resto de la economía global de manera hiper reactiva. La interdependencia comercial y, principalmente, la financiera se retroalimenta en velocidad y cantidades en una forma más aguda que en el pasado. En este escenario cambiante de la actual AFI, los bancos centrales (aun los claves en el G20 como el de Japón (BoJ) o la Fed) siguen tomando decisiones en formas que no siempre parecen tener en cuenta la interdependencia con el resto del mundo. Así, una decisión de política económica normal para un banco central como el de Japón tomada en base a su función de preferencias domésticas entre inflación, actividad económica y estabilidad financiera, genera repercusiones fuertes en otros mercados como Wall Street, Asia, Europa y América Latina, y muy fuertes en ciertos sectores que lideran una potencial burbuja como las tecnológicas. Lo notable es que, en realidad, hablamos de una suba en la tasa de política monetaria bastante insignificante (simbólica) de 0,10% a 0,25% ANUAL que el banco realizó con carácter exploratorio. Tal es así, que el BoJ debió informar su decisión de repensar el sendero de suba previsto. Esa pequeña suba generó una sobrerreacción con una apreciación fuerte del Yen en torno al 10% y una abrupta corrección de la bolsa de Tokio. Demasiado para un país como Japón, cuidadoso de su competitividad cambiaria, con niveles de deuda en términos del PIB siderales y un problema demográfico extremo. Un país que desde la crisis de los 90 funciona en otra frecuencia de política económica. El punto es que, con tan alta interdependencia, decisiones individuales razonables de un banco central se cruzan con otros eventos como la abrupta toma de conciencia en el mercado de que el ciclo económico en EEUU estaría entrando en fase recesiva y que la FED se demoró demasiado en bajar la tasa. Ambas decisiones sobre tasas comprimirán los rendimientos de una actividad de «carry trade» a gran escala que se estaba desarrollando con fondeo del mercado financiero japonés y alimentaba la inflación de activos en el resto del mundo (sobre todo en las tecnológicas que tenían una linda historia para contar sobre el crecimiento de la IA y los microchips). Estas decisiones, sumadas al comportamiento de actores financieros que forman opinión como Warren Buffett y otros que promueven la venta de las tecnológicas y mantenerse líquidos, junto con balances de empresas tecnológicas menos prometedores de lo esperado y la mayor tensión pronosticada en Medio Oriente; generan condiciones favorables para una corrección desordenada. Muchos creen que este es el inicio de un largo proceso de desarme de las posiciones de «carry» construidas en los últimos años y de la que participan todo tipo de agentes, no sólo agentes especulativos altamente apalancados; si no también inversores institucionales de largo plazo y corporaciones. Veremos si aparecen los especuladores estabilizadores, que con cash compran barato lo que vendieron caro, y se autocorrigen los mercados, o estamos frente a una corrección más profunda que requiera la intervención de urgencia de la FED. Opción que por todos los medios tratará de evitar, ya que sería reconocer que debía hacerlo la semana pasada. Nótese que tanto la modificación del BoJ como la posible suba de la Fed son pequeñas, quirúrgicas. Y, sin embargo, generan tempestades que obligan a un exceso de cuidado a los banqueros centrales, que hoy día viven más preocupados en no pisar el campo minado de la estabilidad financiera más que en morigerar el ciclo de precios, producto y empleo. Una respuesta posible a por qué movimientos pequeños y hasta esperados en las tasas de política generan turbulencias financieras, posiblemente tenga respuesta en que la actual configuración de la AFI basada en: 1) la plena movilidad de capitales, 2) la flotación de las divisas centrales, 3) una gran cantidad y heterogeneidad de entidades financieras sistémicas con alto apalancamiento y baja regulación prudencial (sobre todo, las que no son bancos y por ende escapan a las modestas regulaciones del G20; FSB; Basilea establecidas luego de la crisis financiera global) y 4) haber acostumbrado al sistema financiero durante más de quince años a tasas globales bajas y relajamientos cuantitativos que potenciaron las inversiones financieras especulativas y que cuentan con una especie de put implícito. La combinación de estos factores dificulta y condicionan en una forma nunca vista el accionar de los bancos centrales que determinan el funcionamiento de la AFI. Aunque nominalmente la mayoría de los bancos centrales (no es el caso de la FED) tiene un objetivo único que es la meta de inflación; la obligación de cuidar la estabilidad financiera ha ido condicionando crecientemente todas las decisiones de las autoridades monetarias. Como resultado de estas tensiones, el instrumento tasa de interés está claramente sobre exigido y se requiere retomar y profundizar la agenda regulatoria global semiabandonada en la última década, a medida que el pánico de la crisis financiera global iniciada en 2007 fue quedando en el olvido. Frente a una crisis global, la actual arquitectura regulatoria no es superior a la que existía en aquel momento, los bancos centrales están mucho más condicionados con el uso de la tasa y tienen balances mucho más grandes como para hacer compras masivas de activos. O sea, el espacio de maniobra de los bancos centrales se ha reducido. 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