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el dilema entre el consumo de corto plazo y las inversiones a largo plazo

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El contexto actual en nuestro país para la mayoría de las personas que logran ahorrar, presenta varios desafíos: alta inflación, incertidumbre acerca del movimiento del dólar, expectativas varias sobre las políticas económicas, y en consecuencia, fuertes dificultades para poder proyectar a mediano y largo plazo.

Por ende, quizás lo más preocupa es que los ahorristas vienen siendo atravesados por estos temas en los últimos años en nuestro país. Y la inestabilidad nos debe obligar a ser proactivos y realizar una gestión activa de nuestras carteras, que nos permita básicamente flexibilidad para adaptarse a los cambios políticos, económicos y crisis recurrentes.

¿Cómo afecta el contexto a las finanzas personales y por qué las personas consumen en vez de invertir?

Por otro lado, es una nueva realidad también que hoy, y más acentuado luego de la pandemia de 2020, la mayoría de las personas -y más puntualmente los jóvenes- quieren gastar, consumir, vivir el momento, hacer viajes, y no planificar demasiado.

A la vez, el ritmo al que se vive también impacta en las decisiones de consumo y finanzas personales, junto con la rapidez de la agenda de trabajo diaria, la velocidad de los cambios tecnológicos, el impacto de la publicidad y aumento del marketing en redes sociales, el trabajo remoto, la alta rotación en posiciones laborales en empresas y corporaciones, etc.

Todos estos factores provocan un cambio en el estilo de vida de la sociedad moderna, elevan la tendencia de las personas al consumismo de corto plazo, afecta las decisiones de las economías personales y dificulta pensar en proyectos u objetivos de largo plazo, de 10, 20 ó 30 años, por ejemplo.

Educación financiera, clave para comenzar la transformación

Pero, ¿cómo comenzar a transformar nuestra visión de consumo de corto plazo hacia una de inversión y proyectos de largo plazo?

La educación financiera puede ser un buen aliado para ayudar a comenzar la transformación, y a entender mejor nuestra economía personal. También a planificar. Esto no implica no poder darse gustos y consumir de corto plazo, pero sí debería permitir tener una visión más integral y de mayor plazo.

Siempre priorizando la salud financiera, manteniendo hábitos que permitan cuidar nuestro patrimonio, no gastar en cosas innecesarias, y fundamentalmente poder realizar inversiones que nos permitan aumentar consistentemente nuestro patrimonio a largo plazo. Un último punto que aporta solidez, tranquilidad y seguridad.

Tres claves para comenzar a invertir en el mercado de capitales

Por lo tanto, quienes busquen consumir de manera controlada, proteger sus ahorros frente a contexto económico desafiante de alta inflación, y al mismo tiempo aumentar y potenciar su capital o patrimonio pensando más allá del corto plazo, deben comenzar a realizar acciones concretas. Acá entre varias posibles, te mencionamos al menos tres:

La primera, y podríamos decir clave, es tener claridad en las finanzas personales y entender la importancia de generar fuentes alternativas de ingreso -como dividendos, rentas e ingresos pasivos-.

Otra es la mantenerse informados, y actualizados sobre coyuntura política y económica local e internacional. Como dijimos más adelante, la flexibilidad para adaptarse a diferentes escenarios, no hay dudas, suma en tiempos como el actual.

Una tercera recomendación es identificar hábitos de consumos innecesarios, y búsqueda de eficiencias en gastos mensuales recurrentes. En este punto, hay que poder mantener siempre la misma estructura de gastos a nivel conceptual; es decir, intentar controlar y mantener los mismos consumos mensualmente. No obstante, eso se logra conociendo bien previamente, nuestra economía personal.

Como dato para tener en cuenta: la tenencia de varias tarjetas de crédito y préstamos personales puede desorganizar las finanzas y elevar la probabilidad de consumos innecesarios.

Por otra parte, y como yapa, buscar invertir sobrantes de pesos (aun cuando sean de corto plazo) en activos o instrumentos líquidos y seguros, que permitan contrarrestar -al menos, en parte- los efectos de la inflación. Si hablamos, por ejemplo, de pocos días hay alternativas como cauciones y FCIs “money market” o de bajo riesgo, que permiten compensar algo de la suba de precios del día a día.

Incluso, aunque cueste al principio, idealmente deberíamos apuntar a crear el hábito de reservar mensualmente montos concretos para colocar en instrumentos de gestión pasiva (como podrían ser ETFs en dólares) para el retiro o proyectos de largo plazo. Y no importa si el monto es chico, lo que importa es la constancia.

Analista de Educación Financiera de PPI

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