Internacionales El futuro de Ucrania en la era de la ira 9 minuto leer Comentarios desactivados en El futuro de Ucrania en la era de la ira 0 Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir en Google+ Compartir en Reddit Compartir en Pinterest Compartir en Linkedin Compartir en Tumblr La guerra de Ucrania continúa a pesar de que el grueso de la información audiovisual se centre en la Franja de Gaza. Es más, en estos últimos días ha habido nuevas y sorprendentes acciones por parte de Ucrania como el cruce del río Dniéper, y reacciones de mayor entidad por parte de Rusia en la zona de Avdiivka. Sin embargo, el balance de terreno recuperado/ganado entre Ucrania y Rusia en este año 2023 es favorable, mínimamente, al segundo, aunque a costa de numerosas pérdidas; eso da una idea de lo infructuoso de la ofensiva y del limitado éxito de la resistencia defensiva. En resumen, un conflicto estancado. A continuación, voy a enunciar los que, en mi opinión, son los escenarios que en caso de no darse podrían afectar de forma crítica la capacidad de resistencia de Ucrania en este otoño y el próximo invierno, preludio de la entrada en el tercer año de conflicto sin que se atisbe un final abrupto o negociado a corto plazo. Los principales condicionantes para que esos escenarios pudieran darse serían: que el apoyo internacional, tanto militar como político y económico, a Ucrania no decaiga y que, incluso, se incremente en vehículos acorazados y mecanizados, sistemas de defensa aérea, producción de fuegos terrestres y plataformas aéreas tripuladas física y remotamente. Que las fuerzas armadas ucranianas no sufran una pérdida crítica de capacidades, tanto humanas como materiales, en los numerosos enfrentamientos que están teniendo lugar este lluvioso otoño. Que el grupo de países que han impuesto sanciones a la Federación de Rusia mantenga la firmeza de las mismas y resistan la previsible crisis que se avecina tanto económica como energéticamente; en este sentido, las fluctuaciones de los precios del gas, el petróleo y otras materias primas como los fertilizantes van a suponer una presión adicional sobre los gobiernos europeos. Por último, que el grupo de países que se declaran neutrales en el conflicto se mantenga en su decisión y que los que apoyan a la Federación de Rusia no se incrementen ni en número ni en cantidad y calidad. Pensando en otras crisis relacionadas con la de Ucrania y que tienen impacto sobre ella, es muy importante que el conflicto que enfrenta a Israel con el movimiento terrorista Hamás quede encapsulado en Israel y no desborde el ámbito local, extendiéndose por Oriente Medio y provocando un conflicto regional con un potencial de desestabilización global imprevisible. Igualmente, es necesario que la crisis entre Estados Unidos y la República Popular China, a propósito de su guerra comercial, el apoyo a Taiwán y la presencia en el estrecho de Formosa y el sur del mar de la China de aviones y buques estadounidenses y de otros países como Francia, Reino Unido y Alemania, no induzca un error fatal provocando un conflicto abierto. A este respecto resulta esperanzadora la reunión recientemente mantenida en San Francisco entre los presidentes Biden y Xi Jinping en la que, entre otros acuerdos, han suscrito el de reanudar los contactos entre las fuerzas armadas de ambos países para fomentar medidas de seguridad y confianza mutuas. Existen, sin embargo, lo que el filósofo libanés Nassim Taleb describe como cisnes negros, hipótesis que nadie considera por no entrar en los cálculos de lo probable y que, cuando se dan, provocan situaciones de consecuencias insospechadas. En el caso que nos ocupa, un cisne negro evidente sería la caída violenta del gobierno de la Federación de Rusia, otro sería la generalización del conflicto en Oriente Medio con la entrada en la guerra de Irán y otros países principales y, otro más, el ataque a un país miembro de la OTAN por un tercero, que supondría la aplicación inmediata del artículo V del tratado de Washington activando la defensa colectiva. En todos esos casos las acciones y reacciones son imprevisibles en alcance y consecuencias, generando por tanto escenarios imposibles de analizar. Para concluir, una reflexión acerca de la naturaleza de los conflictos que estamos experimentando de forma creciente en esta renovada era de la ira. Parece que la crisis de seguridad que padecemos es de carácter global y nos ha dejado sin herramientas de gestión. Los mecanismos de prevención de conflictos y gestión de crisis han fallado y siguen fallando estrepitosamente. Urge alcanzar nuevos consensos y acotar la resolución de los conflictos al ámbito de la diplomacia y la negociación. No podemos esperar a ver qué ocurre porque lo que ocurrirá puede no ser controlable. Tenemos la obligación moral y práctica de generar nuevas herramientas junto con la capacidad de hacer cumplir los acuerdos porque, en caso contrario, las probabilidades de vivir en un mundo con pocas esperanzas crecerán día a día. Link de la Fuente Comparte esto:Haz clic para compartir en Twitter (Se abre en una ventana nueva)Haz clic para compartir en Facebook (Se abre en una ventana nueva) Relacionado