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El lunes negro golpea a la Argentina

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Durante la llamada “crisis de Turquía” en 2018, Turquía devaluó un 14% y Argentina un 38%. En Turquía, aumentó el riesgo país 106 pb, y en Argentina 187 pb. Aunque el problema sea del otro, con estas políticas siempre nos pega más fuerte a nosotros.

Los inversores y el FMI no estuvieron y no van a estar dispuestos a financiar un nuevo déficit de la cuenta turismo, ni más dolarización de carteras de los ciudadanos argentinos. Argentina se encuentra afrontando un “shock exógeno” y, como en 2018, por esas cosas de la vida, vuelve a ser azotada con el mismo equipo.

Este es el primer shock, gatillado por el dato de desempleo estadounidense y el carry trade o “Mamachari” (la bicicleta más popular de Japón), pero el próximo puede venir por el temor a una crisis de algún país emergente ante el cambio en la situación financiera internacional. Se puede desplomar del todo el interés por los activos argentinos y el país puede ser vapuleado.

En este contexto, Argentina enfrentaría huida de activos argentinos, más la dolarización final de portafolios, en un contexto en que el BCRA se encuentra tremendamente limitado para utilizar las reservas con el fin de frenar el dólar, por el restrictivo nivel de reservas internacionales netas y el acuerdo con el FMI, que no pone dinero para renovaciones de Stand By a Facilidades Extendidas, para que “la fuguen”.

Síntesis de reflexiones

  • Los ADRs en Nueva York cayeron, pero recuperaron parte.
  • El riesgo país se ubica en torno a 1600/1700 puntos, (así no volvemos al mercado voluntario).
  • El BCRA compró U$S 17 mil millones, pero ha vendido más de U$S 12 mil millones -dic. 2023-julio 2024-. (BCRA no retiene reservas).
  • El “dólar Néstor” -2003-2007- está 89% apreciado.
  • El “dólar Caputo II” -11-12-23- está 48% apreciado.
  • Caputo y Bausili están abocados a combatir la inestabilidad cambiaria, pero tienen pocas balas.
  • Los inversores no han pensado aun, lo que sucedería, si se diera una devaluación indeterminada (el Merval en dólares puede derrumbarse).

Para resolver el problema del mercado de cambios de manera permanente, no alcanza con detonar dólares, tener una mesa de títulos y dinero eficiente, aplicar la viveza financiera del tándem Caputo-Bausili, ni los presuntos incentivos: ¿hay que dejar dólares dentro del corralito 2024?, (depósito bancario en dólares del blanqueo hasta fin de año).

El problema es que al tipo de cambio real no alcanza para serenar el mercado de cambios en lo que resta de 2024, y a ello se suma la devaluación del real y la baja del precio de los commodities. El aumento de los spreads de tasa en los bonos de los países emergentes, la apreciación del dólar frente a otras monedas y una caída en los términos de intercambio, requieren otro tratamiento.

El faltante de divisas no es una dificultad coyuntural que pueda resolverse con medidas astutas; se trata más bien de un problema de índole estructural. Los argentinos pensamos y ahorramos en dólares, con lo cual cada vez que se termina la bicicleta financiera y hay dificultad para colocar deuda en los mercados globales, vuelve a reaparecer el problema del carente de dólar.

Se sabía que la estrategia era riesgosa y que no se habían tomado medidas preventivas, pues aquí estamos. El gobierno se comprometió en abrir la economía (comercial y financiera), acelerar el superávit fiscal, disminuir las necesidades de financiamiento, reduciendo el déficit primario, sin descuidar los pagos de la deuda que generaba el déficit financiero. Además, hay que decir que absorbió gran parte del cuasi fiscal, limpiando el balance del BCRA, pero metiéndole deuda al Tesoro. Corrigió las inconsistencias de la política monetaria que hacían muy difícil la tarea de bajar la tasa de inflación, eliminando la dominancia fiscal y desarmando el stock de LEBAC. Pero “no hay dólares”, el campo no liquida, el FMI no le presta más nada y los flujos de capitales, huyen hacia la calidad (“flight to the quality”).

La Argentina de Macri-Sturzenegger-Caputo logró un préstamo del FMI por U$S 50 mil millones (12.5 veces su cuota) en tiempo récord, con apoyo político de Donald Trump. Pero la intención del FMI era que ellos utilizaran solo el primer desembolso (los U$S 15 mil millones que ingresaron el 20/06/2018), dejando el resto como una línea precautoria (U$S 35 mil millones). La intención del FMI era restaurar la confianza perdida para volver cuanto antes a los mercados de capitales con políticas macroeconómicas que posibilitaran poner la deuda pública en un sendero declinante. Sin embargo, Macri utilizó la totalidad de los U$S 44.5 mil millones, hasta los que hubieran correspondido a Alberto Fernández en 2020, y nunca más volvimos a colocar deuda en los mercados para poder financiarnos. Nos habíamos caído del mundo.

En medio de la turbulencia cambiaria actual, el BCRA prefiere nuevamente, utilizar las reservas para sortear la tormenta, aplacar la escalada del dólar e impedir la complicación de la nominalización de la economía, pero tiene un cupo muy limitado para hacerlo, por la realidad de reservas, y por la meta de reservas comprometidas con el FMI. Como todos sabemos, el FMI se resiste a financiar la fuga de capitales; prefiere que se deje flotar el tipo de cambio de modo que el mercado cambiario se equilibre a un tipo de cambio más alto, y se lo habrían vuelto a repetir a Caputo en el G20.

Se le suman problemas al equipo económico para persuadir al mercado de que es factible mantener el actual esquema cambiario. Aun cuando el gobierno logre apaciguar la inestabilidad financiera y cambiaria actual, lo cierto es que esta turbulencia dejará secuelas. La economía ha ingresado en una recesión que puede llegar a ser menos corta y menos dócil de lo que está pronosticando Milei-Caputo; los dólares del BID, del REPO, podrían no alcanzar para atender la demanda de divisas, no pudiendo descartarse que, tras un período de calma del dólar, el tipo de cambio nominal termine siendo más alto que el actual con un tipo de cambio real a fin de año que en el mismo análisis, sería similar al del mes de diciembre 2023, post devaluación.

Como se aprecia, se desvanecen las posibilidades de una transición hasta la elección de medio término de leve crecimiento y descenso de la inflación como habían previsto las autoridades económicas. El camino hacia octubre 2025 se presenta más bien como un sendero de turbulencias. De todos modos, el escenario puede ser desordenado.

Todo parece indicar que la economía ha comenzado a transitar un nuevo período depresivo, los indicadores que se monitorean muestran derrumbes, los datos provisorios y los datos conocidos correspondientes del período junio-julio 2024, dicen que se debería revisar a la baja la proyección de caída del PBI estimada por el FMI para lo que resta del año: (-3.5%).

Milei y Caputo argumentaron que la salida de la recesión sería “en V”. En nuestra opinión, esta recesión podría no ser tan ligera y puede permanecer por más de dos o tres trimestres, como vaticinan los más optimistas. Recuerde que la recesión que comenzó en 2018, duró hasta 2021 (a los mismos economistas les duró 6 trimestres consecutivos) y, tuvieron que restablecer el cepo cambiario que se impuso en 2019, con otro equipo económico de emergencia.

Como se advierte, la recesión 2024 no sería más dócil que la registrada en los años 2018/2019/20 y 22/23, cuando la economía se contrajo por “mala praxis 2018, 2019”, y “pandemia 2020”, “guerra Rusia-Ucrania 2022”, “una sequía de más de 23.000 millones 2023”. A diferencia de las recesiones anteriores, en esta oportunidad la economía enfrenta el shock exógeno agravado por la política fiscal contractiva, la política monetaria de sesgo restrictivo y la masa salarial destruida, tanto por la caída del salario real como por la retracción del empleo.

En conclusión, la economía argentina ha ingresado a una nueva etapa, pero no la descripta por el gobierno. Se ha comenzado a transitar un nuevo, empeorado período recesivo, gatillado por el shock externo, pero causado por la audaz y propia vulnerabilidad macroeconómica asumida. Un período recesivo que el consenso estima, al menos se extenderá por dos o tres trimestres (mínimo) y que implica un cambio demoledor a lo ya vivido. El año 2024 ya fue y el 2025 dependerá del grado de convicción del gobierno para cumplir con los compromisos contraídos. No descartamos una crisis financiera, económica y social de magnitud.

Director de Fundación Esperanza. https://fundacionesperanza.com.ar/ Profesor de Posgrado UBA y Maestrías en universidades privadas. Máster en Política Económica Internacional, Doctor en Ciencia Política, autor de 6 libros, @pablotigani


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