Opinión El otro lado 4 minuto leer Comentarios desactivados en El otro lado 0 Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir en Google+ Compartir en Reddit Compartir en Pinterest Compartir en Linkedin Compartir en Tumblr Algunos poemas salen de una sentada y otros tardan años en escribirse. Se forjan a fuego lento, mientras buscamos algo para lo que no hemos encontrado nombre todavía. Los cincelamos en silencio, casi a nivel inconsciente, cuando paseamos o enfilamos hacia el trabajo, mientras recorremos un museo o al desarmar una casa y reencontrarnos con detalles significativos, que nos recuerdan quiénes fuimos en otra época. La creatividad tiene rituales, derivas. Asomarse al proceso creativo de los poetas es una de las intenciones de las meriendas que comparten quienes asisten a los talleres de la Fundación Centro de Poesía José Hierro, en Getafe, Madrid, con los autores invitados. La idea es merendar con el escritor (¿café?, ¿té?, ¿bizcocho?), pero también «merendárselo», metáfora caníbal para expresar que vale preguntarle a bocajarro todo lo que uno quiera saber, sobre su modo de entender y ejercer el oficio. «Cuando me pongo a escribir abro un espacio de conciencia que no puedo tener abierto si voy al supermercado porque me atropellaría un coche«, contó durante el último encuentro Ada Salas, que acaba de publicar «Arqueologías» (Pre-textos), un poemario en el que la emoción ante objetos del pasado se trenza con la propia historia y los afectos familiares. ¿Cree en la inspiración?, le consultaron a Salas esa tarde. «He tenido grandes reparos con la palabra. Hoy pienso que la inspiración está en el primer verso. Corrijo mucho y no se puede corregir sin leer el poema, por eso formar al lector es más importante que formar al escritor», afirma la poeta, traductora y ensayista extremeña, que visitará por primera vez la Argentina en abril, invitada por UNTREF. Si para ella escribir poesía es «poner un pie en un otro lado», a veces recomienda simplemente dejarse llevar. «Solo es cuestión de esperar hasta que algo suceda. Y puede que solo sucedan tres versos», afirma. Estos tres, por ejemplo: «TODO/lo que ahora ves/estuvo sepultado», que valen para admirar el paisaje desde una torre o para las pasiones censadas en la intimidad. Para los poemas que se escriben de un tirón. Y también para esos, que demoran años en aprender y descubrir su verdad. Link de la Fuente Comparte esto:Haz clic para compartir en Twitter (Se abre en una ventana nueva)Haz clic para compartir en Facebook (Se abre en una ventana nueva) Relacionado