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La ‘caída’ de la ley de restauración de la naturaleza, el termómetro de erosión del Pacto Verde a dos meses de las elecciones

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Hay unas palabras de la vicepresidenta del Gobierno Teresa Ribera que vuelven a resonar en Bruselas como tambores de una ‘guerra climática’ que parece no tener fin. «Europa no se puede permitir dejar cerca la Agenda Verde». Y esta frase viene porque la ya de por sí tensa negociación sobre la ley de restauración de la naturaleza ha tenido un nuevo episodio: Hungría, Finlandia, Suecia, Países Bajos, Austria, Polonia, Bélgica e Italia sumaron una minoría de bloqueo que deja en el aire el acuerdo entre Consejo y Parlamento, justo cuando este se había alcanzado después de sendos choques a nivel de países y también entre grupos en la Eurocámara.

Había pacto, pero esa es la clave: había. Ya no lo hay, o si lo hay se tambalea quizás más que nunca, abriendo además un nuevo episodio en la UE, pues no es nada habitual que haya países que reculen a última hora después de meses de duras negociaciones. No es la primera vez que pasa en esta legislatura, pues Francia ya hizo algo parecido en torno a una norma sobre emisiones; el quid de la cuestión está en que ahora se produce en torno a una ley que es pata clave del Pacto Verde Europeo, lleno de dudas a solo dos meses de las elecciones.

La ley de restauración de la naturaleza busca proteger la biodiversidad de la UE, para corregir su «alarmante declive», según la advertencia de la Comisión Europea, en vista de que «más del 80% «de los hábitats europeos están en malas condiciones de conservación o que «más del 70%» de los suelos están en «condiciones de insalubridad», lo que produce una «pérdida de productividad agrícola por un valor de 1.250 millones al año».

Para detener esta tendencia, la Comisión propone en esta ley obligaciones jurídicas a los Estados miembros para proteger la biodiversidad. Así, tendrán que desarrollar Planes de Restauración Nacional para, en conjunto, restaurar «al menos el 20%» del territorio europeo para 2030 y de todos los que necesiten restauración para 2050. Si la norma se promulga, los gobiernos europeos tendrán también que crear leyes que protejan todos los hábitats, no solo aquellos que queden dentro de la Red Natura 2000. Con todo, la norma se ha convertido en una de las más divisivas de la legislatura en la UE.

El Parlamento Europeo salvó en el último pleno esa bola de partido, con una votación muy ajustada que elevó el tono de la derecha y llenó de celebraciones a las formaciones de izquierdas. Ahora son ocho países -con intereses dispares, además- los que ponen en el aire las dinámicas de la UE. «Al final es una muestra de lo que se puede venir encima la próxima legislatura, el Pacto Verde va a ser un asunto todavía más ideologizado», explican fuentes comunitarias consultadas por 20minutos. Es más, la cuestión climática será un asunto de primer orden en la campaña para el próximo 9 de junio, y los partidos políticos lo van asumiendo.

Que la ley de restauración de la naturaleza haya quedado (de nuevo) en jaque tiene «tres riesgos muy serios», según explicó el eurodiputado socialista César Luena, ponente de la norma. «No actuar de inmediato ante el deterioro de nuestros ecosistemas y la pérdida de especies provocará daños que serán muy difíciles de revertir. El tiempo es ahora. Si no respetamos los acuerdos y negociaciones institucionales entraremos en un camino desconocido que no es bueno», avisó, antes de sentenciar que «no aprobar esta ley ahora socavará la credibilidad internacional de la UE en todas las conferencias de Naciones Unidas sobre clima y biodiversidad».

«Animo a la sociedad civil, a la comunidad científica y a los jóvenes a movilizarse y exigir la aprobación de esta ley lo antes posible», concluyó Luena. Todas las voces son conscientes en Bruselas de que esto será además un deber importante para la próxima Comisión Europea. De hecho, la carrera de Ursula von der Leyen para repetir como presidenta tiene equilibrios sobre este asunto: el Pacto Verde fue un pilar fundamental en 2019, y ahora esa ambición quizá tenga que matizarse para que la alemana aglutine los apoyos necesarios; el PPE quiere más pragmatismo, y eso choca con la idea de socialdemócratas y de los Verdes, que no quieren renunciar a las líneas maestras de la política climática comunitaria.

Con todo, de la división total en el Parlamento se ha caminado hacia la división total en el Consejo. Hubo, al final, una patada hacia adelante. El viernes pasado y tras comprobar que no había mayoría entre los embajadores, la Presidencia belga del Consejo de la UE decidió eliminar este punto de la agenda de temas sobre los que tomar decisión y lo trasladó al capítulo de «varios», para tratar lo que el ministro belga de Transición Climática, Alain Maron, ha calificado de «elefante en la habitación». Ribera, por su parte, fue incluso más rotunda sobre la norma: «Europa no puede permitirse dejarla caer, de la misma manera que no puede permitirse que sus ecosistemas mueran o dejarlos en malas condiciones o en situación de peligro». 

La UE se ha encontrado con que la agenda climática se ha convertido en una cuestión política, ideológica… y problemática. Falta por ver si se trata de un anticipo para las fricciones que se pueden dar en otros asuntos y sobre todo si este puede ser un escenario en el que el voto el próximo 9 de junio se mueva hacia un lado o hacia otro.



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