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La heroína que llegó al subte

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“Sólo se muere una vez: la denuncia no la retiro”. Cuentan que eso contestó Raquel Liberman cuando le preguntaron si estaba dispuesta a ratificar su testimonio ante el juez, con una templanza y una valentía que todavía hoy estremecen: era 1929, tenía 29 años y lo que estaba llevando al banquillo era la poderosa organización judía de prostitución y trata de personas Zwi Migdal.

Sabía muy bien de qué hablaba Raquel: había sido su prisionera por más de cinco años. Nacida en Ucrania, de chica había emigrado con sus padres a Varsovia, Polonia. Allí se casó, en 1919, con Yaacov Ferber, y allí nació el primer hijo de la pareja. En busca de un horizonte mejor, Yaacov, sastre, viajó a la Argentina en 1922, para radicarse en Tapalqué, donde ya se había instalado su hermana. No sabía, al partir, que Raquel estaba embarazada.

Al tiempo, los tres se embarcaron para reencontrarse con él en estas tierras. Pero la felicidad fue efímera: poco después, Yaacov moría de tuberculosis. Sin dinero y sin manejar el idioma, Raquel dejó a sus hijos con los tíos y se trasladó a Buenos Aires. Era costurera, pero no encontró trabajo. Así cayó en las garras de la Zwi Migdal y fue obligada a prostituirse.

Con la ayuda de un cliente logró escapar y gracias al dinero que había ahorrado a escondidas, abrió un negocio. Pero con engaños, a través de un cómplice, la organización la recapturó. En la segunda huida Raquel llegó a la Policía primero y a la Justicia después. El juez procesó a 108 miembros de la red y ordenó la captura de decenas de prófugos.

Pero ante una apelación, sólo quedaron con prisión preventiva tres integrantes de menor rango. Salvo ella, nadie había querido testificar. Aunque amenazada, Raquel igual logró reunirse en Buenos Aires con sus hijos, con la idea de volver a Polonia. El destino le tenía reservada una estocada final: a los 35 años, un cáncer de garganta le arrebató la vida.

La reivindicación llegaría más tarde: libros, filmes, el personaje de la China Suárez en ATAV inspirado en su historia y la estación Callao de la Línea D del subte, que ahora llevará su nombre.


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