Opinión Luis Viale, un héroe anónimo 8 minuto leer Comentarios desactivados en Luis Viale, un héroe anónimo 0 Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir en Google+ Compartir en Reddit Compartir en Pinterest Compartir en Linkedin Compartir en Tumblr El año 1871, fue protagonista de desgracias y calamidades para nuestro país, en febrero, una terrible epidemia de fiebre amarilla, azotó a Buenos Aires. Balance: 14 mil muertos en solo 4 meses. Y tengamos en cuenta que Buenos Aires, contaba en aquella época con solo 200 mil habitantes. Pocos meses después en la Ciudad de Orán, en la provincia de Salta, un violento temblor de tierra destruyó prácticamente, sepultando a muchos de sus habitantes. Pero todavía, diciembre de ese fatídico año 1871, le tenía reservada otra terrible tragedia a los argentinos. El día de nochebuena, un 24 de diciembre de ese 1871, a las 22 horas, dos barcos de pasajeros, el América y el Villa del Salto, partieron hacia Montevideo. Viajaban en ellos, cientos de turistas, con el propósito de pasar las fiestas navideñas, con amigos y parientes, radicado en el Uruguay. El América era un barco construído en los EEUU y un verdadero palacio flotante. Cion poco calado, llevaba un gran número de amplios camarotes, bien diseñados, distribuido en varios pisos. Contaba también con magníficos salones. Partieron en la serena y estrellada noche de ese 24 de diciembre. A media noche, en el salón principal del América, se festejaba la noche buena. Bullicio, Champagne, alegría general. Pasada la 1 de la madrugada, y como en la vida que cuando impera la alegría el dolor espera turno, gran parte de los 200 pasajeros comenzaban a retirarse lentamente hacia sus respectivos camarotes. Casi exactamente a las 2 de la mañana, sonó la alarma en la sala de máquinas. Quizás por excesiva velocidad, se produjo una explosión en una caldera. De inmediato, un penetrante olor a quemado invadió el ambiente. ¡Se desató un incendio¡. El buque estaba construido en gran porcentaje con madera de pino, altamente combustible. Cuando se dio la alarma general. El fuego que avanzaba incontenible, ya había dividido el barco en dos partes. No podía pasarse de proa a popa. La tripulación, nueva y poco experimentada, no contribuyó a aserenar los ánimos. Se oían gritos de desesperación, además, lamentablemente, se incendió uno de los 3 botes salvavidas. Los otros dos, aunque de gran dimensión, no alcanzaban a cubrir las necesidades del pasaje, unas 200 personas. Navegaba cerca el otro barco, el “Villa del Salto”, que acudió en auxilio del “América”. Per necesitaba 30 o 35 interminables minutos para llegar. Ya se habia adelantado al «América» unos 30 kilómetros. Las escenas de pánico, eran indescriptibles. Familias enteras se arrojaban al mar. Tampoco alcanzaban los salvavidas ¿Imprevisión?. ¡Quién pudiera saberlo¡ . Aquí quiero relatarles un episodio reconfortante, en medio de tanto horror. Su protagonista, nuestra figura de hoy, tiene en Buenos Aires, una calle que recuerda su memoria: se llamó Luis Viale. Las circunstancias que le tocaron vivir. Transformaron su leyenda, su nombre. Como ejemplo de nobleza y altruismo. Porque Viale demostró con su acción que hay hombre que hacen el bien por necesidad vital. Pero vamos a la anécdota. Cuando el fuego se había apoderado totalmente del buque, sin haber podido lograr algún salvavidas, Augusto Marcó del Pont y su joven esposa, Carmen Pinedo, se arrojaron al mas, acida ella a los brazos de su esposo, buen nadador. Pero el peso del cuerpo de la joven y la fatiga, los estaba venciendo. Cercano a ellos, provisto de un salvavidas, nadaba Luis Viale, quién presenciaba el seguro final del matrimonio. En un segundo, este hombre noble, que quizás pensase, tenía 55 años, que era mejor morir por algo que morir por nada, entregó su salvavidas a la Sra. Pinedo, obligándola a colocárselo. Su altruismo, hizo que se apiadase más de un semejante que de sí mismo. Momentos después, Marcó del Pont desapareció bajo las aguas. Luis Viale, también se ahogó pocos minutos más tarde. Mencioné que una calle de Buenos Aires, lo recuerda. Un monumento emplazado en la Costanera Sur, perpetúa su insignia memoria. Más de cien personas murieron en la tragedia. El otro barco, el “Villa del Salto”, consiguió salvar 66 personas. La muerte de Luis Viale, tiene un sentido especial. Porque demostró a los hombres de su tiempo, que el honor es aún más valioso que la vida. El demostró con su acción que un solo resplandor ilumina una existencia. Este episodio, protagonizado por un héroe auténtico, trae a mi mente este aforismo. “Todos tiene corazón. Pero solo algunos, laten con fuerza” Link de la Fuente Comparte esto:Haz clic para compartir en Twitter (Se abre en una ventana nueva)Haz clic para compartir en Facebook (Se abre en una ventana nueva) Relacionado