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Milei 1, Congreso 1, el partido sigue y la “casta”, también; Lijo espera a Lousteau

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En un acto sin precedentes en la política, Javier Milei intentará hoy dar un salto hacia adelante. Es una toma de riesgo y una constatación.

El riesgo está en que por cadena nacional el Presidente difunda y defienda el Presupuesto de déficit cero, núcleo principal de su política, pero frente a un recinto semivacío y los palcos colmados por su público. Ese riesgo es que una eventual escenografía se imponga sobre la sustancia. O, también, que en un acto desafiante, haga ocupar las bancas de la Cámara de Diputados por asesores y militantes mezclándose con los legisladores que sí concurrirán. Se recuerda que solo pueden sentarse allí los diputados y senadores.

Hay hasta un tango “El diputrucho” recordando el momento en que se aprobó la privatización de Gas del Estado con el voto trucho de un asesor que se sentó en una banca como si fuera un diputado más. El impostor fue descubierto por el entonces cronista parlamentario de Clarín, Armando Vidal. Y se armó un escándalo grave en épocas de Menem.

Y esta concurrencia de Milei es una constatación: las encuestas vienen mostrando un “cabeceo” hacia abajo de la imagen positiva del Presidente. Pero ocurre que comienza a pesar el rigor de las restricciones y la persistencia de la inflación, cuyo índice mensual mostró en agosto que es difícil de domar.

Milei alcanzó el cenit de aprobación luego de aquel discurso de cara a la Plaza de los Dos Congresos y de espalda a la “casta” –los diputados y senadores que dejó plantados en el recinto– y sus estrategas mediáticos parecen querer repetir aquella maniobra. Varias cosas han cambiado desde aquel tórrido 1º de marzo: una de ellas, la pelea contra la “casta” comienza a perder impulso aunque el relato continúe vigoroso.

El Presidente se involucró personalmente en las negociaciones con legisladores para salvar el veto a las jubilaciones. Debió hacerlo porque el desorden del oficialismo era tal que no quedaba claro quién mandaba adentro de La Libertad Avanza y en las conversaciones con los otros partidos. Esa intervención de Milei, alentada también por Macri en sus intermitentes apariciones, dio sus frutos logrando un poco más de un tercio de los diputados, necesario para sostener el veto presidencial. La gran pregunta es si esa porción es estable o sólo circunstancial. Hasta ahora parece ser lo segundo más que lo primero. Hay irritaciones en política que la buena práctica aconseja evitar: la foto de Milei con los cinco radicales que cambiaron súbitamente su voto (Cristina Kirchner y su lengua filosa fue más allá y dijo que fueron comprados) provocó un efecto contrario al que los fotografiados querían lograr: testimonió la voltereta. Los senadores radicales que habían conversado con Victoria Villarruel para postergar el tratamiento de los gastos reservados de la SIDE sintieron el sogazo de aquella selfie. Su prudencia se disipó súbitamente y se unieron al peronismo para voltear los gastos de la SIDE.

Los fondos reservados que preveía este DNU –100 mil millones de pesos– representaban el 83% de los gastos totales de Inteligencia. ¿Cuál era la finalidad? Se sostiene que una buena parte de ese monto estaba destinado a incrementar la seguridad presidencial, luego de las terminantes decisiones de Milei de respaldo a Israel.

Como fuere, el Gobierno ya da por perdido este DNU e insistirá incluyendo en el Presupuesto que presentará hoy Milei partidas para Inteligencia por un monto parecido.

En cambio, envalentonado con haber impuesto el veto a las jubilaciones, lo repetirá con el financiamiento universitario. Habría aquí una prueba de fuego porque esta cuestión puede transformarse en un problema político serio. Ya mostró Milei falta de reflejos para atajar la gran protesta universitaria, que fue la primera manifestación masiva contra una decisión suya. Se sabe el efecto multiplicador de la movilización universitaria y también se ha visto el pésimo resultado de La Libertad Avanza en las elecciones estudiantiles. Es probable, entonces, que aquella porción que le sirvió a Milei para torcer en el rubro jubilados la decisión del Congreso, en el caso universitario no funcione igual.

Está claro, sin embargo, que internamente el Gobierno se está ordenando. Recuperado Guillermo Francos de un golpe de estrés que lo obligó a internarse, volvió negando que aquella hipotensión aguda haya sido producto de las tensiones con Santiago Caputo, el influencer sobre Milei. El Gobierno se ha preocupado por desmentir cualquier atisbo de renuncia, como había circulado con insistencia, y en destacar el papel que ha cumplido en esta negociación Lisandro Catalán, un funcionario al que Francos le deposita su confianza. En cambio, el vicejefe de Gabinete, José Rolandi, que viene desde Posse, está como desvanecido.

Los políticos se entienden mejor con Francos que con Caputo. Y son expertos para descubrir los cambios de estrategia que responden más a la experiencia que a la iracundia: la necesidad política hizo que comiencen a rebobinar las rabietas y recomponer relaciones con los aliados potenciales, por ejemplo, con los fugados en la provincia de Buenos Aires. La discusión del Presupuesto y los resultados que el oficialismo consiga, podrían ser decisivos para eventuales cambios en la primera línea.

Uno, principal, que ha comenzado a circular es que, a una eventual salida de Francos, que podría pasar a la Cancillería, lo sucedería como jefe de Gabinete la propia Karina Milei, quien está participando activamente en la construcción partidaria, junto a Martín y Lule Menem, responsables de la jugada de que el presidente vaya hoy al Congreso.

Milei le contestará hoy a Cristina, que ayer lo provocó otra vez para que el Presidente insista con su escatológica verba contra los degenerados fiscales y la cola de los mandriles. Ambos se necesitan para que no crezca nada políticamente serio en el medio.

Han coincidido en su repudio contra Rodrigo Valdés, un burócrata del FMI a quien se le atribuyen todos los males. En tiempos de Massa, exigió devaluación y el gobierno de Fernández la hizo. Ahora, sigue la misma presión para que Milei corrija el tipo de cambio. Pero acaban de correr a Valdés de la revisión de las cuentas argentinas.

Los negociadores con el FMI de Macri, de Massa y los actuales, que son los mismos de la época de Mauricio, han constatado la animadversión de este funcionario del Fondo con Argentina. De allí a concluir que esa inquina personal determina las políticas del FMI hay una distancia considerable y forma parte de uno más de los tantos equívocos nacionales. La dinámica de lo permanente.

En tanto, la suerte de Ariel Lijo se despega de la de Manuel García-Mansilla, quien tiene menos posibilidades de ingresar a la Corte que el polémico juez federal, quien sigue remando con la ayuda de Ricardo Lorenzetti para conseguir un dictamen favorable de comisión. Necesita nueve firmas y tiene cuatro. El resto son promesas y falta todavía la decisión de Lousteau, cascoteado por sus oscilaciones.

Lijo ya no cree que se cumpla aquella máxima tajante de Milei –“los dos o ninguno”– en caso de encontrar un salvavidas que lo deposite en el máximo Tribunal. Frente a la oportunidad, estaría calculando el juez, cada uno intentará salvarse como fuere, aunque el otro se hunda.


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