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Mito de la política, la historia y el periodismo de Estados Unidos, el caso Watergate cumple medio siglo

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Espiar al rival político está feo. Son malas artes. El asesor más cínico de cualquier político nos dirá que solo está mal si te pillan. A Richard Nixon le pillaron y lo tuvo que pagar. Es la historia del caso Watergate, que solo era un edificio de oficinas y hoy es una palabra que remite a lo que ya es un mito de la política, la historia y el periodismo de Estados Unidos. El caso Watergate, que mostró que tampoco un presidente puede saltarse la ley, cumple medio siglo.

Si el demócrata John Fitzgerald Kennedy es, en términos históricos, el presidente de EEUU más famoso, dentro y fuera de sus fronteras, Nixon, republicano, puede que sea el segundo. El primero fue asesinado; el segundo, hizo trampas y tuvo que dimitir por ello.

De junio del 72 a agosto del 74

Todo empezó en el verano de 1972 y acabó, para Nixon, el 8 de agosto de 1974. Ese día el presidente número 37 de EEUU no tuvo otra que, lleno de ira, dejar su cargo. Fue hace 50 años.

El 17 de junio de 1972, una banda de «ladrones» entró en el complejo de oficinas Watergate de Washington D. C., sede del Comité Nacional del Partido Demócrata. Iban a robar unos documentos. Fue una auténtica chapuza, como recientemente ha contado, licencias aparte, la miniserie White House Plumbers.

Kennedy y Nixon, en el famoso debate electoral que perdió el republicano.
CBS

Lo hemos visto recreado más de una vez. Era de noche. Frank Wills, un guardia de seguridad del Watergate, notó que una cinta cubría las cerraduras de algunas de las puertas del complejo de oficinas. Aunque la quitó, minutos más tarde allí estaba colocada de nuevo. Avisó a la Policía y los cacos fueron pillados in fraganti.

Eran Virgilio González, Bernard Barker, James McCord, Eugenio Martínez y Frank Sturgis, «combatientes de la libertad cubana». Se les acusó de intento de robo e intento de interceptación de comunicaciones telefónicas y otros cargos. A las pocas horas de su detención, el FBI descubrió el nombre de E. Howard Hunt en las agendas de Barker y Martínez. Resultó que Hunt estaba implicado en una actividad secreta del Gobierno, conocida como los «Fontaneros de la Casa Blanca».

El periodismo hizo su trabajo

La conexión ya estaba hecha, solo quedaba tirar del hilo. No fue fácil. Y es ahí, en los laberintos del poder, donde se hicieron grandes el periodismo y los nombres de los reporteros The Washington Post, Bob Woodward y Carl Bernstein —que desde la película Todos los hombres del presidente tienen para medio mundo los rostros de Dustin Hoffman (Bernstein) y Robert Redford (Woodward)—.

Robert Redford y Dustin Hoffman interpretaban a Bob Woodwad y Carl Bernstein, dos periodistas del Whasington Post que se ven envueltos en el caso Watergate, que acabaría con la renuncia del presidente Nixon en 1974
Dustin Hoffman (Bernstein) y Robert Redford (Woodward), en ‘Todos los hombres del presidente’.
ARCHIVO

Con la pista de los «fontaneros», el término Watergate empezó a abarcar una gran variedad de actividades ilegales en las que estuvieron involucradas personalidades del Gobierno estadounidense presidido por Nixon. Estas actividades incluían el acoso a opositores políticos y a personas o funcionarios considerados sospechosos.

La orden específica de espiar y robar a los demócratas en sus oficinas del Watergate no la dio Nixon ni al parecer estaba al tanto. Era trabajo menor. El que sería fiscal de caso, James Neal, estaba seguro de que el presidente no sabía de antemano del robo. En una conversación grabada el 23 de junio entre el presidente y su jefe de Gabinete, H. R. Haldeman, se escucha a Nixon decir: «¿Quién fue el imbécil que lo ordenó?».

Nixon y el abuso de poder

No obstante, el presidente sí ordenó después que la CIA bloqueara la investigación del FBI sobre la fuente de los fondos para el robo en las oficinas del Partido Demócrata. Lo ocurrido solo era un ejemplo. El escándalo destapó múltiples abusos de poder por parte del Ejecutivo.

Nixon en China en 1972, comiendo con el primer ministro Zhou Enlai.
Nixon en China en 1972, comiendo con el primer ministro Zhou Enlai.
WIKIPEDIA/Byron Schumaker

«El Watergate del que escribimos en TheWashington Post entre 1972 y 1974 no es el mismo que conocemos hoy. Solo era un atisbo de algo mucho peor. Cuando le forzaron a dimitir, Nixon había convertido su Casa Blanca, en gran medida, en una empresa criminal», escribieron Woodward y Bernstein en el diario capitalino en 2014.

Un tramposo por encima de la ley

Y es que el presidente republicano se creía por encima de la ley. Resultó evidente, por si alguien albergaba dudas, en la entrevista que años más tarde, en el verano de 1977, le hizo el periodista David Frost. Allí Nixon llegó a decir que ningún acto del presidente de EEUU podía considerarse ilegal «porque es del presidente».

En aquella entrevista, por la que pidió mucho dinero (que Frost tuvo que pagar de su bolsillo), Nixon quedó retratado. Era un tramposo y un mentiroso. Lo de aquella entrevista lo cuenta muy bien una estupenda película de 2009, El desafío. Frost contra Nixon (en la que están magníficos Frank Langella, como el expresidente, y Michael Sheen, como el periodista).

El desafío: Frost contra Nixon
Cartel de la película ‘El desafío: Frost contra Nixon’.
ARCHIVO

¿Por qué Garganta Profunda destapó el asunto?

Probablemente, el único gran secreto del Watergate es el del motivo por el que Mark Felt, el ‘número dos’ del FBI que en 2005 se reveló como Garganta Profunda, decidió destapar el escándalo, al pedir a Woodward que «siguiera la pista del dinero». Al parecer, Felt buscaba desacreditar al entonces director en funciones del FBI, mediante una fuga de información clasificada que podía provocar el despido de su superior y su ascenso inmediato. Pero Felt murió en 2008 sin aclararlo.

Nixon dimitió, pero el escándalo afectó a 69 personas, de las que 48 acabaron en prisión

Según Woodward y Bernstein, el Watergate fue en realidad el resultado de «las cinco guerras de Nixon». Esto es, contra el movimiento pacifista, contra los medios de comunicación; contra los demócratas; contra la justicia; y contra la historia. Por eso, dicen, «incluso hoy, muchos de sus simpatizantes traten de minimizar la importancia del caso».

William Mark Felt, el 'Garganta profunda' del Watergate, en mayo de 2005.
William Mark Felt, el ‘Garganta profunda’ del Watergate, en mayo de 2005.
EFE

Lleno de rabia y resentimiento, Nixon tuvo que renunciar a su cargo el 8 de agosto de 1974. Pero el escándalo afectó a muchos más; a un total de 69 personas, de las cuales 48 fueron declaradas culpables y encarceladas. Muchos habían sido altos cargos del Gobierno de Nixon.


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