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¿Qué tan sólido es el mercado bull?

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El cielo no puede esperar. La baja de tasas, sí. La FED ya avisó que no la estrenará en marzo. Da igual. El índice S&P 500 sube con bríos y no sufre de vértigo. Superó la cima de los 5000 puntos por primera vez. Después de una larga pausa de dos años, los récords caen como moscas. Van diez, todos a partir de enero. Escala porque siente las espaldas bien cuidadas y no porque descuente una FED presurosa.

La economía es una roca y la inflación declina pari passu y se dirige obediente a la meta de 2% (donde ya se instaló los últimos seis meses, según la definición que utiliza como guía la FED). Con eso le alcanza y sobra. La poda de tasas vendrá por añadidura, y cuando toque será bienvenida. Pero no es el argumento central. Las tasas largas, por caso, subieron por encima de 4% -cerraron el viernes en 4,19%- y tampoco causan daño. Son simplemente el carozo de un durazno más grande y jugoso.

Los CEOs de las propias compañías han sido los últimos en enterarse. Recién en la última medición hecha por The Conference Board, días atrás, prevalece entre ellos el optimismo a la hora de evaluar la economía, lo que no ocurría desde el primer trimestre de 2022. El 32% de los popes empresarios señalaron que está mejor que seis meses atrás (comparado con solo 18% en trimestre final del año pasado). Y 36% espera que se afiancen los progresos en los próximos seis meses (versus 19% en la compulsa anterior). Una economía saludable beneficiará la marcha de los negocios, dicen, vía una inflación más baja, los recortes de tasa de la FED, y un avance más rápido tanto de la actividad como de la productividad.

Aunque no desconocen los riesgos en pie: la incertidumbre electoral, primero, por amplio margen. Inquietan también las guerras, la desglobalización (que quizás no exista, pero se la percibe amenazante), y las tensiones entre China y EEUU. Eso sí, todavía los insiders son vendedores netos vehementes de las acciones de sus propias compañías. La economía estará bien, pero quizás las cotizaciones, no. Nada prosperó más que la relación de los precios con respecto a las ganancias esperadas. Y se supone que, en materia de rentabilidad, nadie sabe más que los que están adentro. Se diría que la micro precisa más ayuda de la macro.

El Dow Jones Industrial fue el primero de los índices principales en establecer un nuevo máximo absoluto, ya en 2023. El S&P 500 le siguió los pasos. Claro que antes que ningún otro, el Nasdaq 100 pulverizó todas sus marcas cumbre, una y otra vez, y con holgura. El rally es un festival donde brillan las acciones llamadas las siete magníficas. Pero el Nasdaq Compuesto (las 3 mil firmas listadas allí y no solo las mega-estrellas) también se puso a tiro de sus máximos, que datan de noviembre de 2021. Bastará soplar las velas y escalar 0,42% para lograrlo. ¿Los últimos serán los primeros?

Esta semana, la quinta al hilo en alza, los más rezagados fueron, el viernes, los que más avanzaron. El Russell 2000 –la canasta de las compañías pequeñas, y, por cierto, ni la flor ni la nata de los papeles– le sacó ventaja a todos sus pares: +1,5%. Pero, en lo que va del año, todavía no recuperó su valor al cierre de 2023 (-0,8%). Si la Bolsa anticipa, el Russell 2000 es el rincón que aún no se atreve. Se montó jubiloso al pivote temprano de Powell y sintió luego la postergación de su estreno. No es el canario en la mina de carbón, aquel que se introduce primero para detectar la eventual falta de oxígeno. Es, al revés, el último que resucita y así prueba que el aire se depuró de gases tóxicos por completo.

Allí, paradójicamente, está la veta de mayor potencial de suba de la Bolsa. Son papeles que no tienen chance si la economía no se afianza, si se empastan las condiciones financieras y si no bajan las tasas. Sus múltiplos son modestos. Su participación en los portafolios es reducida por lógica prudencia, y porque carecen de momentum cuando todo lo demás vuela. Todavía deben trepar una cuesta de 22% para volver a sus máximos de 2022. La corrida de los toros es imparable. Pero faltan los novillos de medio pelo. Ahí es donde hay que tomarle el pulso al mercado alcista.

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