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Un presente complejo, pero un futuro fantástico

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No quiero detenerme en citar situaciones o indicadores de lo malo que fue el 2022 porque en términos generales, mayormente las conocemos todos. Por supuesto, siempre es una de cal y una de arena pues también hubo buenas noticias, el comercio mundial de bienes creció un 10% y el de los servicios un 15%.

La vida misma es así, siempre hay cosas que están bien y otras que no. El punto es el balance y las expectativas.

La población mundial crece. En 1950 la población era de 2500 millones de personas, en la actualidad somos 8000 millones y se estima que seremos 9700 millones en 2050.

Nuevas demandas surgen a diario. Desde la producción de alimentos, a la educación, seguridad, salud, la construcción y cualquier ámbito que incide en nuestras vidas, sufren cambios. El camino puede ser recto solo por momentos, mayormente será sinuoso, con subidas, bajadas, curvas y baches, pero sabemos que el mundo que conocimos poco tiempo atrás no será el mismo en pocos años más. Tal vez, como parte del balance actual, podemos señalar que ya no es el mismo y que el 2022 se encontró con varios baches.

Hay muchos desafíos que resolver y siempre los habrá, aún cuando los actuales hayan sido resueltos o cumplidos. Claro que hay problemas muy severos que requieren pronta solución como el cambio climático, aunque soy positivo y mis expectativas me empujan a confiar que el mundo, al menos para la generación de nuestros hijos, será mejor que el actual.

¿De dónde surgen esas expectativas?

En el Siglo XX la expectativa de vida de las personas aumentó 30 años. Morir a los 40 en 1900 era moneda corriente y si bien hoy -dependiendo el país- la expectativa ronda los 75 años, se cree que ya nació la generación que vivirá 125 años. En la actualidad se puede cultivar carne, desalinizar agua salada para convertirla en potable, producir energía limpia a gran escala, entre muchos otros avances que me invitan a pensar que no estamos tan mal y que la tendencia es positiva.

Max Roser, economista de la Universidad de Oxford, publicó algunos años atrás seis gráficos en su web que muestran cómo en los últimos dos siglos hemos mejorado, y notablemente, en cuestiones de pobreza extrema, educación básica, alfabetización, personas que viven en democracia, vacunas y mortalidad infantil.

A pesar de ello, algunos consideran que estamos peor que antes. Según explica Roser en una entrevista dada a El País de España, “los cambios positivos necesitan mucho tiempo”, ya que las tendencias se construyen a lo largo de décadas o incluso siglos. En cambio, nuestra psicología hace que prestemos mayor atención a los eventos negativos, porque podrían suponer un peligro”. De allí, que muchas veces tengamos expectativas no tan buenas, a partir de un mal balance.

Tenemos certezas que las demandas de la sociedad seguirán cambiando. Habrá años buenos y años malos, pero la transformación hacia un mundo diferente al actual es un hecho. Es importante como empresarios, adaptarnos y aprovechar las oportunidades que se nos presenten. Habrá cambios que provocaremos y otros que debamos tomar por factores externos, pero habrá que cambiar.

Estamos mucho mejor que antes y el futuro será mejor que el actual, aún cuando la tormenta no calmó. No será lo mismo. No seremos iguales. Nuestras empresas, si quieren sobrevivir con éxito, tampoco.

El balance tal vez no fue muy bueno, posiblemente tengamos un 2023 complejo, pero pucha ¡que buenos años por delante se nos vienen!

Socio de HRC


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