Un talento suelto en la ciudad

Kevin utiliza el relato duro para exponer esa indiferencia que el destino puso en su camino. No usa el embellecimiento en la expresión de sus conceptos para dar al lenguaje escrito lo necesario para impresionar. Escribe cada línea de su carta con títulos. Muestra su sensibilidad, y donde uno pone el ojo en su crónica hay palabras conmovedoras, crudas. Pero con la simpleza de la ternura que parten al medio al corazón más duro.

Aprovechó los casi 5.000 caracteres que ocupa la extensión de esta sección con el lenguaje justo para que su presente pueda revertirse. No puede durar mucho más, el tiempo se le acaba. Y es cierto, como dice, que “muchas familias pasan por esa situación”, pero él se animó a pedir ayuda por su futuro y por la salud de su madre que depende de un medicamento.

Desde el barrio de Coghlan él lanza un llamado de auxilio, y en ese viaje espera esa mano solidaria que siempre aparece cuando, en esta página, se encienden las luces de alerta.

Como si sus otras capacidades no tuvieran el peso que marcan su identidad, Kevin suma más cualidades, por si alguien duda de su intensa educación: “Amo el jazz, canto, toco el piano, la guitarra, amo el arte e incluso quiero estudiar teatro”. A sus 24 años esta lleno de talento y proyectos, necesita de alguien que lo suba al escenario para esa audición que puede cambiarle a él y a su madre la vida. Sabemos que va a ser un éxito.

Pero en ese mientras tanto, en esa espera que desespera, Kevin resiste “como el junco que se dobla pero siempre sigue en pie”, canción que se viralizó como una especie de himno para poder sobrellevar esos obstáculos que debemos enfrentar. Kevin levanta la mano en medio del huracán, sólo falta alguien que lo suba al bote y lo lleve hacia nuevos horizontes.