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Von der Leyen le acusa ante el Parlamento Europeo de connivencia con Putin y él ‘olvida’ a Ucrania

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Casi todos contra Viktor Orbán, y él poco preparado para el choque. Ese puede ser un buen titular para la comparecencia del primer ministro ante el Parlamento Europeo, con la idea de explicar las prioridades de la presidencia húngara del Consejo, que acaba el 1 de diciembre. Ya se anticipaba la tensión, con avisos de boicot por parte de algunos eurodiputados y mensajes muy duros contra las dinámicas de Budapest, sobre todo en lo que se refiere al Estado de derecho o la migración. Hubo en realidad pocas sorpresas, pero no por ello fue un pleno más: la Hungría de Orbán es, para la mayoría de voces, una oveja negra dentro de la UE. Y, de hecho, el primer ministro salió escaldado.

Tras un saludo muy frío con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, empezó el debate en Estrasburgo. «Europa no es perfecta, y sabemos dónde tenemos que hacer más», comenzó presentando la sesión Roberta Metsola, antes de pasar la palabra a Orbán, no sin mencionar también los puntos de desacuerdo que hay con Hungría, que tiene quizá el Gobierno más euroescéptico de los 27. «Tenemos una tarea mucho más difícil, la situación es peor que cualquier otra dentro de la historia de la UE», arrancó el primer ministro magiar, que tiene la migración como tema clave, pero también la falta de competitividad del bloque o una ampliación que no ve de la misma manera que otros. «Europa está perdiendo puntos a nivel de competitividad», sostuvo, abrazando las tesis de Mario Draghi y de Emmanuel Macron.

La frialdad con Von der Leyen, de hecho, pasó después a un choque frontal, con la alemana señalando al Gobierno húngaro por su connivencia con Rusia, por olvidar a Ucrania en el discurso y por los acuerdos alcanzados con China que van en contra de los planes de la UE para desarrollar su autonomía estratégica. No necesitó ser explícita la líder del Ejecutivo comunitario, pero sí lo suficientemente clara como para hablar de «un Estado miembro» que, a su parecer, está cogiendo el camino contrario al que corresponde.

«Europa tiene que tomar decisiones para asumir el control de su destino», avisó Orbán al tiempo que ponía el valor las dinámicas de su presidencia del Consejo y tendía la mano a la «colaboración» con las instituciones y con todos los Estados miembros de acuerdo a los Tratados. Pero la presidencia, por otro lado, también implica, dijo, «una serie de responsabilidades políticas». Y el objetivo debe ser «cambiar la UE», para lo que Hungría es «esa voz del cambio» aunque la presidencia del Consejo no sea la que tome las decisiones en último término.

Los problemas de la competitividad son «la gran prioridad» para la Unión porque su crecimiento es lento frente a China y Estados Unidos, con empresas perdiendo la carrera estratégica. Para igualarla, sostuvo, tiene que haber una política industrial europea, y no solo «una política ecológica». Europa, para el primer ministro húngaro, no se adapta a la realidad. En este sentido, no ve con buenos ojos los aranceles al coche eléctrico chino porque eso es contraproducente para la UE; falta, por tanto, inversión que conecta directamente con la crisis demográfica que a sus ojos está atravesando la Unión y que «no se compensa con la migración».

Ese es el tema en el que más cómodo se encuentra Orbán. «Veremos en pocos años quién queda de pie y quién no», alertó ante los eurodiputados, en un mensaje que ya es recurrente desde Budapest. Pide, por ello, medidas «rápidas y eficaces» en torno a la regulación, la energía, la burocracia, la industria, el refuerzo del mercado interior o la unión de mercados de capitales. Para ello, aboga por un «nuevo pacto por la competitividad»; tiene que ser el «eje central» de la nueva legislatura para la Unión Europea.

Pero el pacto que no le gusta a Orbán es el migratorio. «Hay que proteger las fronteras exteriores», repitió, arrancando además los primeros aplausos de los suyos en el plenario. «Desde 2015 hemos tenido un debate político muy encendido sobre las migraciones, y hemos visto muchas propuestas e iniciativas… pero acaban coronados por el fracaso«. Así, para él, sin «centros de detención fuera de nuestras fronteras no vamos a poder controlar nuestras fronteras». Esa es, reiteró, «la única solución», porque cualquier otra vía es, para él, «ilusoria» porque en Europa «no funciona ahora mismo el régimen de asilo». Por eso convoca una serie de cumbres de Schengen para «coordinar» las políticas comunes, pues el recién alcanzado pacto de migración «no funciona».

Desde 2015 hemos tenido un debate político muy encendido sobre las migraciones, y hemos visto muchas propuestas e iniciativas… pero acaban coronados por el fracaso

El Gobierno húngaro, así, pide «un refuerzo y una ampliación de Schengen», con Bulgaria y Rumanía plenamente incorporadas. Todo esto va de la mano de la seguridad de la UE: «Hoy por hoy la Unión no es capaz de garantizar su propia paz». Quiere por eso un plan para la Defensa europea porque hacen falta «estructuras de acuerdos entre Estados miembros» por una cuestión de competencias, aunque Orbán en ese mensaje pasó completamente de refilón sobre la situación en Ucrania, solo unas horas después de que Hungría bloqueara una nueva ayuda para Kiev.

Pasó de largo directamente hacia la ampliación de la UE. «Tenemos que hacer la adhesión de los Balcanes occidentales», expuso desde la tribuna, con «particular atención a Serbia», un país por momentos prorruso y que se podría convertir en un socio clave para Budapest. «Solo con Serbia dentro la región será estable». No obstante, para Orbán la entrada de Ucrania ni siquiera merece ser mencionada; ni la invasión rusa de la situación en Oriente Próximo han entrado en su discurso, pues quiso cerrar con la política agraria y la política de cohesión, con unos fondos de los que Budapest es uno de los principales receptores. «Buscamos soluciones que se basen en el sentido común para los problemas comunes. Y los húngaros buscamos en Europa un espacio de unidad de países democráticos, de países libres«, terminó. «No somos miembros de la UE porque sí».

El ‘Bella Ciao’, la respuesta de Von der Leyen y los eurodiputados

Al terminar su discurso, varios eurodiputados de la Izquierda entonaron el Bella Ciao como respuesta ‘antifascista’ a Orbán, a lo que la presidenta del Parlamento Europeo respondió con cierta ironía: «Esto parece la Casa de Papel, pero no es Eurovisión». Y entonces pasó la palabra a Von der Leyen, que sí quiso empezar hablando de la invasión rusa de Ucrania y con un mensaje implícito para Orbán. 

«Hay personas que todavía le echan la culpa no al invasor, sino a los invadidos». Y lanzó una pregunta: «¿Echarían la culpa a los húngaros por la invasión soviética de 1956?». Dice que para los europeos «paz no es sinónimo de rendición» porque Ucrania «lucha por la libertad». Por eso pide que se mantenga la ayuda a Kiev. «Que Rusia pague por el daño causado», esgrimió, antes de repetir que la UE «estará al lado de Ucrania el tiempo que sea necesario».

¿Echarían la culpa a los húngaros por la invasión soviética de 1956?

Sobre la competitividad, la presidenta de la Comisión acusó de manera, de nuevo, indirecta al Gobierno húngaro de ir en contra de las empresas europeas en favor de China, por ejemplo. «Hungría está en el centro de Europa, debería estar en el centro de nuestra economía», desarrolló, afeando a Orbán que «todavía piense que hay que seguir utilizando el combustible ruso tan sucio». Así, acusó a Budapest de «buscar alternativas», pero para seguir comprándole energía a la Rusia de Putin. Así, Orbán quiso evitar los máximos charcos posibles en su mensaje, y acabó saliendo escaldado por la Comisión y por la mayoría de la Eurocámara.


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