octubre 19, 2024
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Wall Street otra vez a tiro de los récords

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19 de agosto 2024 – 00:00

Se ahuyentan los fantasmas de un estancamiento. La baja de tasas, en cambio, es verdadera. ¿Qué decir del «carry trade»?

Wall Street sacó fuerzas de flaquezas. Las Bolsas mundiales acompañan.

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¿Recesión? ¿Dónde? Las ventas minoristas, que habían declinado 0,2% en junio, aumentaron 1% en julio. En EEUU, el consumidor no se enteró de que son tiempos borrascosos en el mundo de las finanzas. Y hace lo que siempre. Gasta. Se queja de los altos precios, procura descuentos más que antes, pero gasta. El núcleo de las ventas minoristas, la porción que mejor correlaciona con el consumo de las cuentas nacionales, creció por tercer mes consecutivo. Anudó un avance de 0,3% por encima del robusto 0,9% de junio. Así las cosas, la expansión no está en discusión. Su marcha es saludable. El consumo privado, la parte del león de la demanda agregada, proyecta una mejora sólida -en un cauce más cerca de 3% que de 2,5%- en el tercer trimestre y ahuyenta los fantasmas de un estancamiento.

Eso sí, el mercado de trabajo enfrió su ímpetu. La tasa de desempleo aumentó medio punto de marzo a julio inclusive. Su nivel es todavía reducido -4,3%- pero la magnitud y velocidad del salto es muy importante. ¿Cómo es entonces que el consumidor no acusa recibo? Ocurre que también creció el empleo (y el salario real). Se crearon más de 700 mil puestos netos en el período citado.

La desocupación en alza se alimenta de una ampliación sostenida de la fuerza laboral. Los que se suman mes a mes -debutantes y reingresantes- no son absorbidos a pleno. Los despidos, en cambio, no aumentan. Su nivel en julio fue el más bajo de los últimos dos años. Y si el incremento súbito de los pedidos de subsidio de desempleo, dos semanas atrás, hizo pensar otra cosa, ya se corrigió. El huracán Beryl, de fugaz paso por Texas, y algunos cierres temporarios de plantas automotrices tuvieron la culpa del fugaz repunte. Ante todo, no hay signos de daño permanente.

¿Y qué decir del «carry trade»? El Banco de Japón produjo el zafarrancho, y se apuró después a calmar las aguas. El sacudón vaya que existió. El viernes gris oscuro y, sobre todo, el lunes negro lo acreditan. De súbito, el yen pasó de víctima a victimario. Y, a la par, la regla de Sahm prendió la voz de alerta de una recesión. La zozobra fue grande, aunque breve. Estabilizado el yen, Japón no tiene urgencias en su agenda de política monetaria. Y EEUU, ya se dijo, no atraviesa una recesión. ¿Cuánto tiempo llevó dilucidar ambos misterios? Un abrir y cerrar de ojos. ¿Y qué pasó con el otro fantasma, el de un gigantesco «margin call» global? No tuvo tiempo (ni motivo) de suceder.

El peligro potencial de un masivo llamado a reponer garantías -para cubrir los quebrantos de las posiciones descalzadas o apalancadas con deuda- mutó en un llamado inverso, de los clientes a sus brokers. La instrucción: «buy the dip». Se compró la agachada. En todo el mundo. En Japón, las cifras oficiales revelan que los portafolios de las instituciones añadieron más exposición en activos extranjeros. Al mal tiempo pasajero, buena cara. En EEUU se dispararon las recompras de las corporaciones (e insiders). Bank of America y Goldman Sachs informaron una avalancha de órdenes de sus clientes. Y el efectivo, que fluye y se acumula en los fondos de mercado monetario y en los de bonos, también derramó hacia los ETFs dedicados a acciones.

Para el mercado «bull», la vida continúa sin sobresaltos

La falsa alarma de la recesión abortó la posibilidad de un drástico «margin call». Quién debió desmontar su negocio de «carry» de apuro pudo hacerlo, en mercados líquidos, aunque a malos precios. El que se demoró podrá salir ahora, sin aún lo desea, casi sin despeinarse. Sin embargo, la tentación actual no es vender sino retomar posiciones. El mercado bull se puso a prueba. Y sacó fuerzas de flaquezas. La vida continúa sin sobresaltos.

Como si nada, el S&P 500 retomó el umbral de los 5500 puntos. Estuvo al borde de una corrección de manual de 10%. Y con igual celeridad, 3,9% arriba en su mejor semana del año, se colocó a tiro de los récords. Retoza apenas 1,99% por debajo. Avanzó 17,11% en el año y cómo convencerlo ahora de que no habrá más. Las Bolsas mundiales acompañan. Protagonizaron su semana más brillante de los últimos nueve meses. Para el castigado Nikkei japonés fue la mejor en cuatro años, aunque su recuperación es menos pujante.

La recesión se probó una falsa alarma. La baja de tasas, en cambio, es verdadera. La de diez años se hundió cómodamente por debajo de 4%. Y la FED ya le hizo el guiño al estreno de la poda de las tasas cortas el 18 de septiembre. Powell lo explicará con detalle en la conferencia anual de Jackson Hole. Razones sobran. La inflación minorista de julio -0,2%- fue correcta . La merma en la construcción de nuevas unidades de vivienda sugiere una caída de dos dígitos en la inversión residencial (un renglón particularmente sensible a la tasa de interés).

Para que la recesión siga siendo solo un pronóstico fallido, lo mejor es prevenir eventuales coágulos. Austan Goolsbee, de la FED de Chicago, tiene una lista corta de luces amarillas que incluyen el desempleo y los defaults en ascenso de pequeñas compañías. En un cuadro así facilitar una aspirina de un cuarto de punto no presenta contraindicaciones. Sería apenas la primera del blíster. Y hasta los osos saben que esta vez la FED posee varias cajas disponibles.


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