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El final de la cuenta atrás

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Asistimos a un tenso compás de espera en el escenario de Oriente Próximo. La esperada -y casi radiada- respuesta israelí al ataque de Irán del pasado 1 de octubre se está demorando por varios motivos que considero evidentes. En primer lugar, Israel utiliza el factor tiempo para aumentar la tensión y el desgaste entre las fuerzas iraníes responsables de su defensa aérea; tener activada permanentemente la red de alerta y control a un nivel de máxima velocidad de respuesta conlleva costes personales y materiales. En segundo lugar, se va perfeccionando y delimitando la lista de objetivos críticos a batir en Irán o en otros lugares, lo que se conoce como proceso de targeting. En tercer lugar, se busca lograr un consenso con los países amigos y aliados para que la represalia sea aceptada, incluyendo las observaciones y recomendaciones de Estados Unidos. En cuarto y último lugar, se perfecciona el sistema conjunto de defensa aérea israelí (Arrow, Honda de David y Cúpula de Hierro) con el despliegue por parte de Estados Unidos sobre territorio israelí desde el pasado 13 de octubre con un sistema antimisiles de defensa aérea de gran altitud (THAAD) junto con el personal militar estadounidense necesario para operar el sistema. El sistema THAAD es un interceptor terrestre diseñado para derribar misiles balísticos de corto y medio alcance durante la última etapa de su trayectoria.

El ministro de Asuntos Exteriores iraní, Abbas Araghchi, viajó a Arabia Saudí, Qatar, Irak y Omán los días 9, 10 y 13 de octubre, respectivamente para transmitir la necesidad de moderar la respuesta israelí, amenazar veladamente con extender el conflicto y recabar la neutralidad de todos ellos con la esperanza de influir en Estados Unidos para que la represalia israelí no desencadene una guerra energética en el Golfo. Así pues, en el caso de la casi segura represalia iraní al esperado ataque israelí, Israel contará con sus capacidades reforzadas en tierra, mar y aire por Estados Unidos, Reino Unido, Francia y otros países vecinos, y todo ello a pesar de las amenazas directas iraníes a aquellos que ayuden de cualquier modo a Israel.

La cuestión ahora no es tanto qué va a suceder sino cómo se va a desarrollar y qué finalidad persigue. Funcionarios estadounidenses próximos a las FDI han filtrado que en la lista de objetivos israelíes no figuran, por ahora, centrales nucleares ni plantas relacionadas con el programa nuclear iraní, ni asesinatos selectivos de autoridades del régimen, en referencia clara al ayatolá Alí Jamenei. Sí se consideran objetivos las infraestructuras relacionadas con la producción energética (plantas de extracción, refinerías, oleoductos y gasoductos, centrales eléctricas, puertos y aeropuertos, etc), y las de uso militar, y aquí se engloba todo, desde centros de mando a bases, emplazamientos de defensa aérea, sistemas de mando y control… Queda por saber la finalidad última de la acción, que no puede ser únicamente de represalia.

Entretanto, las acciones sobre el sur de Líbano crecen en intensidad en la zona próxima a la frontera con Israel. Las FDI han incorporado una cuarta división de reservistas, la 146, a la zona, y sus acciones responden a una limpieza sistemática de toda presencia e infraestructura de Hezbolá en la franja comprendida entre la frontera internacional y el río Litani. Por su parte Hezbolá continua con su campaña de lanzamiento de cohetes y drones sobre Israel, y no todos son interceptados, produciendo bajas entre sus fuerzas armadas y población civil.

Durante las operaciones en el Líbano se ha producido un segundo incidente de gravedad entre las FDI y la Finul al penetrar unos vehículos de combate en un destacamento lanzando artefactos fumígenos con el pretexto de evacuar a soldados israelíes heridos en enfrentamientos con Hezbolá. El primero, recordemos, supuso la muerte de dos soldados indonesios de la Finul. La tensión crece y las violaciones al statu quo de Finul al amparo de la resolución del CSNU 1701, también. El primer ministro Netanyahu ha pedido la retirada de la Finul de sus posiciones por ser los cascos azules utilizados como «escudos humanos» por Hezbolá. Esa afirmación es falsa y lo que encubre es la intención de que no haya testigos directos de las acciones de las IDF en la zona, sin más.

A mayor abundamiento, recientemente, el ejército israelí está difundiendo órdenes de evacuación de las poblaciones libanesas de esa franja más al norte del río Awali que está situado unos 40 km más al norte del Litani. Parece que, además de crear una zona colchón, Israel persigue crear una zona de seguridad en «tierra de nadie» de mayor profundidad, al menos temporalmente.

Los resultados de la respuesta israelí sobre Irán crearán un nuevo escenario en el que lo más probable es que el riesgo de escalada regional aumente, las acciones de Hezbolá sean más letales, los hutíes se vuelvan más agresivos, y las tropas norteamericanas desplegadas en Siria e Irak sufran más acciones directas de las milicias proxies de Irán. La vertiginosa realidad entierra las propuestas de alto el fuego en Gaza y Líbano. Nadie parece ya preocuparse por los rehenes. La calamitosa situación de Gaza y Líbano está en segundo plano a pesar de las insistentes llamadas de auxilio ante la catástrofe humanitaria. Es la guerra que amenaza con engullirlo todo y a todos.


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