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los hombres que no pudieron con la viuda negra justiciera que se cobró la vida de estos magnates

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La violencia ejercida por estos hombres con poder y millones en el banco llegaría a su fin. Milena Quaglini, más conocida como «La Viuda Negra» pondría fin a los maltratos y excesos junto con la vida de los agresores. Una noche, en la que Mario, su marido de 6 años volvió a abofetearla e insultarla, ella decidió no aguantarlo más, y apenas se quedó dormido comenzó su venganza.

Lo ató de pies y manos a la cama y empezó a apuntalarlo con un objeto afilado de madera. Las puñaladas se fueron haciendo cada vez más violentas y terminó matándolo. Una vez muerto, llevó el cadáver al balcón y llamó a la policía para confesar su delito con voz temblorosa.

Milena Quaglini

La historia de Milena Quaglini, la viuda negra «justiciera» que asesinó a multimillonarios acusados de abuso sexual

Milena nació en 1957 en la localidad italiana de Mezzanino. Su padre era, según contó, dictador y maltratador. En su hogar, la violencia verbal y física eran normales. Por eso, apenas tuvo la opción de irse a vivir a otro lado lo hizo. Después de graduarse en contabilidad, conoció a Enrico, un hombre divorciado 10 años mayor que ella y se enamoró. Con él tuvo su primer hijo. La muerte repentina de su marido la deprimió, pero no quiso volver a casa de sus padres para no exponer a su hijo a ese clima de violencia.

Consiguió un trabajo y conoció a otro hombre. Mario Fogli, también separado y 10 años mayor. La relación iba bien hasta el primer hijo. Ahí Mario comenzó a mostrar actitudes violentas. Golpes y poca paciencia. Cuando tuvieron el segundo hijo la situación se tornó mucho más dramática. Él no tenía trabajo fijo, por lo que ella tuvo que volver a buscar uno.

Trabajó cuidando a un hombre de 80 años que parecía confiar en ella. Tanto fue así que le hizo un préstamo bastante alto. Aproximadamente 2000 euros para que afrontaran sus problemas financieros. Esa generosidad escondía una mezquindad. Al no devolverle rápidamente el dinero, este señor intentó abusar sexualmente de ella, que se defendió y le pegó con una lámpara en la cabeza que le provocó un desmayo y la muerte.

Para evitar problemas judiciales, realizó un procedimiento para su propio encubrimiento. Se fue de la escena y volvió a las horas. Cuando ingresó llamó a la policía y dijo que había encontrado al hombre en esa situación, y que creía que lo habían golpeado para robarle. La policía jamás sospechó de ella.

Además de salvarse, esta situación la empoderó para afrontar sus problemas como víctima de violencia. Era el turno de Mario. Una noche, como todas las demás, después de gritos y golpes, aprovechó que él se quedó dormido para atarlo de pies, manos y cuello. Cuando se despertó lo golpeó fuertemente en la cabeza y lo asfixió con la soga. Otro violento caía en manos de Milena.

En esta situación, decidió confesarle a la policía. Dijo que no quería matarlo, sino asustarlo. También contó todas las situaciones de violencia que había vivido. De todas maneras, el tribunal de Voghera la condenó a 14 años de prisión. El 26 de abril de 1993. Salió en libertad sólo 6 años después, bajo la condición de arresto domiciliario.

Una vez libre, tuvo que rehacer su vida. Su familia le dio la espalda, por lo que no le quedó otra alternativa que compartir piso con un desconocido. Angelo Porello, de 53 años, se describía como soltero en busca de pareja, convivencia y «algo más». La convivencia comenzó bien, hasta que Milena se enteró que se trataba de un pederasta acusado por abusos sexuales a menores. Ahí comenzó a distanciarse y él a demostrarse más violento.

El 5 de octubre de 1999, Angelo golpeó y violó a Milena en 2 ocasiones. Tras los abusos, ella se levantó y le ofreció un café. Ese fue el inicio de su venganza, con esa bebida cargada de somníferos lo dejó desmayado. Una vez inconsciente, lo trasladó a una bañera y lo ahogó. Luego, escondió el cadáver en una montaña de estiércol y huyó. 20 días más tarde la policía encontró el cadáver.

Cuando dieron con Milena, ella confesó ser la autora de los 3 crímenes, incluyendo el del anciano de 80 años, Giusto. Luego de meses de juicios y pericias psiquiátricas, mientras pasaba el tiempo en la prisión femenina de Vigevano, las autoridades consideraban que se podía recuperar, pero debía pasar tiempo condenada.

De todas maneras, antes de la condena, decidió quitarse la vida, el 16 de octubre de 2001, ahorcándose con las sábanas de su cama. Antes de morir dejó una nota que decía: “No puedo soportarlo más, perdóname, mamá”.


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