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Poder y miseria en el barrio de la política

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Las persianas del Edificio del Molino están levantadas y desde una de las vidrieras que dan a la calle, en la esquina de las avenidas Rivadavia y Callao, se dejan ver unos maniquíes con delantales que alguna vez se usaron en la icónica confitería. El sol se cuela a través de los vitrales y esparce sombras sobre el piso de mármol recién restaurado. Las mesas están servidas con pocillos de café y desde afuera -detrás de los andamios que avisan que el lugar aún está en obra-, se adivina el olor a las medialunas recién horneadas. Uno puede imaginar entonces a Alfredo Palacios, Roberto Arlt y Carlos Gardel sentados bajo sus luminarias de bronce, y la mañana adquiere un inflador anímico que ayuda a pensar que ahora sí, la reapertura de ese emblema de Congreso está más cerca y que los vecinos por fin vamos a recuperar algo del viejo esplendor del barrio.

Pero no. Por ahora hay solo eventos institucionales y el espacio simbólico de mayor jerarquía nacional -que es el eje cívico conformado por la Casa Rosada y el Palacio Legislativo- sigue vivo pero degradado, ubicado un escalón más abajo en el mapa de la Ciudad. El Poder y la miseria, dos mundos paralelos que conviven pero no se miran.

Están las cúpulas más bellas de la Ciudad, el Pensador de Rodin, el reloj monumental del Palacio Biol, el Barolo, el teatro Liceo y hasta el bus turístico que recorre de punta a punta la Avenida de Mayo, pensada hace 130 años para mostrarle al mundo el progreso del país. Aún así, el barrio retrocede paso a paso en el camino del recuerdo y al recorrerlo resulta imposible dejar de imaginar qué canciones estaría escribiendo hoy María Elena Walsh, porque nada parece más actual que aquello de “Sábana y mantel”.

“Son trapos de ser humano si humano lo dejan ser”, resuena en cada esquina donde hay un colchón tirado, con mantas sucias y cartones. O cuando olemos a guiso en la olla popular que se arma frente a la Plaza Congreso. O nos tapamos la nariz cuando pasamos por los contenedores de basura que hoy son urinarios al aire libre.

¿Es tu barrio tu lugar en el mundo? Para muchos de los que vivimos en Congreso es apenas un lugar para ver tu mundo, que no es lo mismo. Y lo que ves es un espacio físico que está preñado de relaciones sociales con la panadera de enfrente, el carnicero de la otra cuadra, el vecino que te riega las plantas cuando no estás, o el viejito de al lado que te espera para que lo ayudes a cruzar la calle. También, es el territorio donde está tu gimnasio, tu cine Gaumont, tu parada del 12…

Pero además son todos los que duermen y comen en la vereda, al lado del garage o debajo del techo de un comercio abandonado.

“Sábana y mantel”. El tema se incluyó en el último disco de María Elena Walsh, en 1976, y no tuvo entonces ninguna repercusión.

Sin embargo, a más de 40 años de democracia sigue reclamando con enorme sutileza que cada argentino pueda tener un mantel en su mesa para comer y una sábana para cobijarse y tapar los pudores propios y ajenos.


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