Populistas de ambos mundos | Un artículo de Joaquim Coll

Hoy jura como presidenta Claudia Sheinbaum, del mismo partido de izquierda populista que el saliente Andrés Manuel López Obrador. El Gobierno de Pedro Sánchez no acudirá ante el veto a la asistencia de Felipe VI como represalia por no haber contestado en 2019 a una absurda carta en la que el mandatario mexicano le exigía una admisión de responsabilidades por la conquista y la colonización de México.

Pretendía que el jefe del Estado español participase en un acto público de desagravio y perdón por los daños causados hace 500 años. Exigir responsabilidades a los españoles de hoy y a nuestros representantes es un disparate, ya que no hay elementos de continuidad biográficos, obviamente, ni institucionales. El imperio azteca, que fue lo que Hernán Cortés y sus hombres conquistaron con la ayuda imprescindible de los pueblos sometidos por los mexicas, no tiene nada que ver con el México contemporáneo. Tampoco la democracia española nacida en 1978 es hija de la Monarquía Hispánica, cuya corona recaía entonces en Carlos I, de la casa de Austria.

El descubrimiento y la conquista de América es un hecho de trascendencia universal, pero el debate sobre sus luces y sombras solo puede ser histórico. ¿Se imagina alguien que los españoles exigiéramos que los países árabes nos pidieran perdón por la invasión musulmana en el 711, o que Francia nos presentase disculpas por los desastres de la guerra frente a Napoleón?

Los populistas utilizan y se apropian de la historia para crear identidad política a través del victimismo, proyectando sobre el presente un pasado deformado. En América Latina recurren al indigenismo con falsedades, siendo la más grave afirmar que España cometió un «genocidio», cuando fueron las enfermedades que llevaron los europeos, como la viruela, las que diezmaron a las poblaciones indias.

López Obrador y Sheinbaum recurren al enfrentamiento con España para crear un enemigo y desviar la atención sobre los muchos problemas de México, empezando por la inquietante reforma judicial que destruirá la separación de poderes y aumentará la ya de por sí enorme corrupción en su país.

Es lamentable que Sumar, partido en el Gobierno, les siga el juego, y envíe a Gerardo Pisarello a la ceremonia de jura, donde coincidirá con Ada Colau de los Comunes y representantes de Podemos y Bildu.

La Constitución de Cádiz (1812) se redactó para los «españoles de ambos hemisferios», cuando el imperio en América todavía existía. Hoy los populistas de ambos mundos, hispanohablantes a su pesar, utilizan cualquier símbolo para luchar por la hegemonía. El independentista Gabriel Rufián no ha querido perderse la ocasión, y a la esperada pregunta por el veto al rey, soltó un «¡Viva México, cabrones!».