Inicio Internacionales Temor e incertidumbre: nada que esperar por ahora

Temor e incertidumbre: nada que esperar por ahora

11 minuto leer
Comentarios desactivados en Temor e incertidumbre: nada que esperar por ahora
0

Esta pasada semana ha sido prolija en acontecimientos críticos que han desestabilizado más, si cabe, la ya de por sí deteriorada situación en el Líbano y Palestina. Sin que las acciones armadas se hayan detenido en la franja de Gaza, el frente del Líbano se ha activado a una escala sin precedentes, principalmente mediante acciones de bombardeo selectivo dirigidas a decapitar la estructura de mando de Hezbolá, debilitar el apoyo de la población libanesa, impedir el abastecimiento de armas procedentes de Siria y destruir su logística. La más llamativa de estas acciones fue el ataque al búnker de Hezbolá en un suburbio al sur de Beirut que acabó con la vida del líder de Hezbolá y de una veintena de colaboradores entre dirigentes y elementos de seguridad. La autorización para esta acción partió del primer ministro israelí mientras se encontraba en Estados Unidos participando en la 78ª Asamblea General de Naciones Unidas.

Hasta la fecha, la fuerza aérea israelí ha atacado más de dos mil objetivos en el Líbano y Siria y ha efectuado una acción de represalia sobre la capital de Yemen, Saná, como consecuencia del lanzamiento desde este país de un misil balístico que tenía por objetivo Tel Aviv y que fue neutralizado. Las consecuencias para la población en el Líbano son movimientos masivos de desplazados que abandonan las zonas de combate y se dirigen al centro y norte del país intentando evitar las consecuencias de los ataques aéreos. Una nueva crisis humanitaria se avecina si no se detiene el conflicto. Los más perjudicados son los refugiados de otros conflictos como los sirios, que ya no tienen a donde ir; o viven en la calle o regresan a Siria.

Se especula sobre la posible entrada en la guerra de Irán mediante acciones directas sobre Israel. Un análisis desapasionado de la situación no va en esa dirección. Para que Irán pueda seguir manteniendo un perfil activo en la región y contar como potencia en el entorno de Oriente Medio tiene que, en primer lugar, reconstituir la estructura de su principal peón. Hezbolá está ahora mismo decapitada. Ha perdido a casi la totalidad de su cúpula dirigente, tiene neutralizados a más de 3.500 cuadros de mando entre muertos y heridos, está siendo sistemáticamente diezmada en sus elementos de base y su logística por las acciones aéreas de Israel y tiene un grave compromiso de seguridad en sus filas. Esta es, probablemente, la explicación de por qué si tiene un arsenal de cohetes, misiles y drones (más de 100.000) no ha iniciado una campaña de saturación de lanzamientos que afectaría a Israel mucho más de lo que se nos hace creer.

Hezbolá esta muy debilitada pero no destruida. Si dispone de tiempo y espacio se reconstituirá. Otra cosa es cómo garantizará sus fines y mejorará sus posibilidades de supervivencia. Una guerra abierta en el Líbano no interesa a nadie, ni siquiera a Israel. Es probable que en poco tiempo asistamos a una aproximación indirecta a través de gestos que puedan interpretarse como una desescalada. Alguno de estos gestos podría ser retirar los efectivos de Hezbolá al norte del río Litani, desvincular las conversaciones de paz para el Líbano del resultado de la guerra de Gaza, alcanzar un alto el fuego en Gaza con liberación de rehenes y detener las incursiones aéreas israelíes en el Líbano, aunque manteniendo unidades con fuerza suficiente para emprender una invasión terrestre del Líbano.

Israel ha recuperado la capacidad de disuasión regional perdida como consecuencia del fiasco estratégico del pasado 7 de octubre, Irán ha perdido credibilidad entre los movimientos afines por la pobreza de los resultados en su acción de represalia sobre Israel del pasado 13 de abril y la vulnerabilidad que exhibió ante el atentado de Ismail Haniyah jefe político de Hamás en Teherán el 31 de julio. Hezbolá sobrevive gracias a Irán que es su valedor, financiador, ideólogo y estratega; no hará nada que no se apruebe previamente en Teherán y, en cualquier caso, no hasta que se garantice una coordinación mínima y una seguridad acreditada en su sistema de mando y control.

Queda Hamás, y su actual líder, Yahya Sinwar, en caso de seguir vivo, tiene menos incentivos para prolongar el conflicto ahora que el apoyo de Hezbolá no está garantizado. El posible iniciador de la desescalada probablemente está en Gaza, y su multiplicador en Teherán. El impulso a la desescalada tiene que producirse porque la percepción de incentivos positivos que reporte supera a la inercia de prolongar el conflicto a la espera de no se sabe muy bien qué. Esos incentivos positivos tienen que poder explicarse en forma de un relato en el que de alguna forma todos resultan ganadores, nadie aparece como derrotado, cada uno alcanza los objetivos prometidos y nadie ha cedido nada sustancial. Hoy por hoy, muy difícil y fuera del alcance de la mayoría de países y actores, bien por falta de medios, bien por falta de voluntad.

Mientras tanto, en Israel crece la contestación interna y el descontento; en Gaza, el odio, la desesperación y la crisis sanitaria; en el Líbano, el miedo y la crisis humanitaria; y entre la población árabe de los países vecinos, el rencor y el sentido de humillación que no presagian nada bueno.

Parece que el mundo convulsiona por los choques estructurales entre distintas concepciones y ambiciones políticas y económicas, y que las zonas de ruptura que se producen no alivian la tensión, sino que la acrecientan. Va siendo hora de ampliar el foco y buscar salidas a la presión que se acumula antes de que un error de cálculo o un exceso de ambición nos lleve a un punto de no retorno.


Link de la Fuente

Cargue Artículos Más Relacionados
Cargue Más Por Administrador
Cargue Más En Internacionales
Comentarios cerrados

Mira además

Las imágenes y vídeos más impactantes de la incursión terrestre israelí en Líbano

El Ejército de Israel ha confirmado este martes «intensos combates» con el partido-milicia…