una pelea impensada que puede salir mal

Pocos imaginaban una pulseada entre Cristina Kirchner y su ahijado político, el gobernador Axel Kicillof, por la conducción de un partido que en las últimas décadas, sobre todo durante la era kirchnerista, ha sido un sello decorativo cargado de nostalgia.

De hecho, durante casi toda la década ganada, la figura de Juan Domingo Perón fue relegada por la reivindicación de Eva Duarte, “Evita”. Los tiempos cambian.

El silencio de Kicillof vale más que mil palabras. No apoyar la postulación de la ex presidenta, cómo si lo hicieron de inmediato -lógico- en La Cámpora, denota la intencionalidad política: discutir poder.

No es que el gobernador bonaerense se haya rebelado frente a su mentora política; el problema es desde hace tiempo con su hijo, Máximo Kirchner que busca alinear al peronismo bonaerense. No hay lugar para los dos.

La jugada de la mesa chica de la CGT de resistir a Cristina como jefa indiscutida del Partido Justicialista nacional, o al menos, tomar distancia, es un fuerte gesto de desobediencia. Tal vez en la central obrera, al igual que algunos intendentes y dirigentes que postulan a Kicillof para el 2027, se empieza a olfatear cierta debilidad en la ex vice, producto de la Boleta Unica: si Cristina es candidata a diputada nacional irá desenganchada de la boleta sábana que se utilizará para cargos provinciales en territorio bonaerense. Habrá dos lapiceras, no una.

En el cristinismo buscan restarle importancia a la rebeldía. Aseguran que la mayoría del consejo directivo de la CGT es prescindente y que hay gremios como la UOM, SMATA, Luz y fuerza, un sector de los judiciales y las 62 organizaciones que respaldan la candidatura de CFK.

Algunos miembros de La Cámpora aseguran que el riojano Ricardo Quintela, que aún se mantiene como contrincante de Cristina, quiere acordar pero el mandatario bonaerense no lo deja. Aunque la inusitada pelea entre el apoderado de Quintela, Jorge Yoma, y el intendente ultra cristinista Pablo Zurro, pareció justificar la disputa.

Por las dudas, le facturan a “el gitano”, como le dicen al mandatario riojano, haber sido menemista y que su hermana la exsenadora Teresita Quintela, votó en contra de la Resolución 125. Nadie resiste un archivo.

No es que vean fantasmas, pero creen que también empujan a Kicillof el albertismo residual, como le dicen a los diputados Victoria Tolosa Paz y Santiago Cafiero.

Pero lo interesante es lo que piensan del gobernador. Dicen no entender su jugada porque, concluyen, que pierde el apoyo de los seguidores de Cristina equivalente, juran, al 90% de los que lo reeligieron en 2023.

En La Plata, pocos creen que Kicillof pueda aceptar presidir el peronismo. Aunque los dirigentes que lo promueven como el sucesor de Cristina Kirchner, creen que Máximo Kirchner no puede seguir al frente del PJ bonaerense. ¿Podrá ser una moneda de cambio?

En el Instituto Patria no cierran la puerta a un acuerdo, aunque exponen de manera crítica que quienes impulsan la idea de dos listas son Andrés “Cuervo” Larroque y algunos intendentes como Jorge Ferraresi. Aunque es difícil pensar que actúan sin el aval de Kicillof.

Algunos dirigentes se ilusionan con que esta pulseada revitalice un espacio golpeado como nunca antes por uno de los peores gobiernos de los últimos 40 años, el de Alberto Fernández. Otros, en cambio, consideran el inicio de un fin de ciclo el hecho de que Cristina Kirchner no haya conseguido un operativo clamor. Y lo que es futurología, pero también factible para los comicios del 2025: que Cristina, si es candidata, obtenga su banca pero pierda la elección. Al final, el sábado a la noche cuando queden definidas las autoridades del PJ, ¿todo quedará en paz?