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El teatro es sangre, sudor y lágrimas

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“Creo que hay un mandato desde los más altos directivos, aquellos que no conocemos, que nos dicen: quédate en casa, no salgas, mirá películas en las plataformas, que están hechas por computadoras y no son realmente buenas. Son como dar un beso a través de un vidrio. El teatro es carne con carne, persona con persona. Eso no va a cambiar nunca. Y esa es la magia del teatro, que sigue estando viva: sangre, sudor y lágrimas”, dice Lía Jelín, que a sus 89 años dirige “La vida no viene sola”, comedia tipo café concert con dramaturgia e interpretación de Alex Pandev. Debuta mañana en El Tinglado y es la historia de una desilusión de amor que se transforma en una conquista de vida, con música original de Minino Garay. Conversamos con Jelín.

Periodista: ¿Cómo es esta suerte de viaje almadovariano y los guiños a ese cine?

Lía Jelín: Alex es como una Chica Almodovar. Su personalidad es la del humor atravesada por el dolor. Tiene mucho de esta manera tan dicotómica de las chicas del gran director, en las que están mezclados estos extremos. Esto viene directamente de Carlitos Chaplin, de cuando camina por la calle en la que tiran basura. Escucha el llanto de un bebé y mira para ver de dónde lo arrojaron. También, por ejemplo, de la risa que provoca el pisar una banana y caerse: un accidente visto como ridículo y no como trágico. Alex tiene algo de transgresor y cosmopolita, por la mezcla de culturas que viven en ella. Su «incorrección política» resulta super valiosa en estos tiempos, porque abre caminos hacia la comprensión del otro desde una mirada inteligente.

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Alex Pandev escribió y protagoniza el nuevo café concert que se estrena en El Tinglado.

Alex Pandev escribió y protagoniza el nuevo café concert que se estrena en El Tinglado.

P.: ¿Qué le atrajo de trabajar con esta dramaturga, columnista, actriz y cantante?

L.J.: Alex llegó de Europa con un «equipaje» de cultura y bonanza y se enamoró de la Argentina. Ella nos percibe con una resiliencia única, y ama ese costado de nosotros. No por nada, su amor es cordobés (Minino Garay) también compositor de la música de esta obra y gran percusionista de fama mundial. Me atraparon su singular energía y encanto. Creo que es una artista única con un caudal de talento que vale la pena disfrutar.

P.: ¿Cómo entran los tangos?

L.J.: El espectáculo escrito por Alex trata de la dificultad y la frustración que se tiene en la vida para encontrar a la media naranja. Esa persona con la que pasar años, y con la cual con una mirada, se puede saber lo que el otro piensa. Eso se da muy pocas veces en la vida. Existe la profunda conexión intelectual que implica adivinar lo que el otro está sintiendo. El tango habla todo el tiempo de la frustración del amor: ella lo dejó, él se fue, porque pasada la primera calentura, lo que queda es la comprensión y la empatía con el otro. Creo que el tango es la música que narra aquellos sinsabores del abandono y la traición: eso que pasa cuando todavía no se encontró a la media naranja. La música compuesta especialmente para esta obra sintetiza perfectamente el pasaje del desamor a la empatía. Creo que es algo parecido a lo que ocurría en Confesiones de mujeres de 30. Este café concert tiene algo de ese espíritu, pero en versión musical.

P.: ¿Habla sobre las mujeres de antes y las de ahora?

L.J.: Las feministas, Madame Curie; siempre hubo mujeres de armas tomar que fueron luchadoras y ejemplo de fortaleza y liderazgo. Creo que hubo tantos años de sometimiento que las mujeres tenemos una habilidad brutal para la conspiración. Es decir: conseguir lo que queremos, no directamente, sino gracias a ciertas volteretas que se hacen en el aire. Pienso que la estructura social aparentemente le pone un límite al desarrollo de la mujer pero cada una tiene su fuerza y talento para asistirla. La idea es saltar la valla del límite permitido. Es necesario hacerlo de manera autónoma, sin esperar el consentimiento de la sociedad. En la obra el límite que logra cruzar la protagonista es el de no estar atada a una convención de pareja «como debe ser», «como debe criarse a los hijos» a la moral y la ética del momento. No hay que confundir estas dos: la ética es inamovible. La moral, cambia con las épocas.

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P.: ¿Cómo ve la amenaza de recortes a la cultura?

L.J.: La cultura merece ser libre. El apoyo del Estado, por ejemplo con el FNA, es fundamental. Sin el bandoneón que le compró a Piazzolla no sé qué hubiera pasado. Es por eso que deseo que se subsidie a la gente con talento y que podamos seguir avanzando en la investigación teatral, más allá de las ideologías.

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